A un año del comienzo de la pandemia por coronavirus en España es difícil no haber sufrido consecuencias emocionales en algún momento. Tanto tiempo de restricciones y cambios, miedo y estrés, está poniendo a prueba nuestra resiliencia: superar las dificultades adaptándonos al cambio sin derrumbarnos emocionalmente.

Al temor a contraer la enfermedad, a contagiar a otros, especialmente a los más vulnerables, al dolor de perder personas queridas y el miedo por el devenir de una pandemia que aún no sabemos cuándo acabará, se le unen las emociones desagradables por la imposibilidad de hacer una vida normal, de reunirnos, reducción de las actividades de ocio, sentimientos de soledad y ganas de ver a la familia; por no hablar de la inseguridad que muchos sienten por las repercusiones laborales y económicas, o directamente, la pérdida de empleo o ERTEs. Algunas personas están viéndose sometidas a muchas más demandas laborales que antes (y con menos medios, al hacerlo desde casa o con limitaciones para acceder a todo el material o equipo humano necesario).

El teletrabajo ha supuesto para muchos un alivio y menos horas perdidas en desplazamientos.  Pero también, para otros, mayor tiempo de trabajo, porque los límites entre el tiempo de casa y el laboral se desdibujan. El tener accesible los dispositivos para trabajar a cualquier hora también generan más demandas por parte de los jefes. A veces los empleados se ven sumergidos en una sobrecarga laboral a la que no saben negarse.

 

resiliencia covid

 

Resiliencia Covid, familia y pareja

A nivel familiar y de pareja, esto también tiene consecuencias, pues reduce el tiempo para estas áreas, y se atienden con mayor cansancio y malestar acumulado. La pareja puede sentirse abandonada, sobrecargada por las tareas domésticas, o igualmente saturada a nivel laboral, con lo que las discusiones por estrés y enfados reiterados hacen que las relaciones estén sufriendo en esta época. Muchas horas de convivencia sin posibilidad de cambio de escenarios o desahogo con amistades, o distracciones de ocio ahora tan limitadas, hacen que la pareja se distancie y se reduzcan aún más las fuentes de satisfacción.

Para mantener el equilibrio emocional en estos tiempos es conveniente no centrarnos sólo en lo negativo, que es real y evidente y no podemos ignorarlo, sino observar también lo que ha supuesto de positivo y potenciar lo que sigue siendo posible hacer y disfrutar aun en estas circunstancias. La resiliencia es adaptarse y mantenerse emocionalmente estables en periodos de grandes dificultades. Encontrar recursos personales y externos con los que hacer llevadera la situación y, a veces, hasta lograr sacar aprendizajes o beneficios de dicha adversidad.

 

 

Como personas y como sociedad saldremos fortalecidos de esta adversidad, aprenderemos a organizarnos mejor en situaciones similares, a prevenirlas y a reaccionar con menos pérdidas a todos los niveles. La convivencia o falta de ella durante este confinamiento nos está haciendo conocernos mejor a nosotros mismos y a las personas cercanas. Descubrimos habilidades propias y ajenas, manejamos tensiones y nos organizarnos más eficientemente. Comprobar cómo lo importante (que decíamos valorar, pero que mucha gente no era consecuente con estas prioridades) es lo que más debemos cuidar. Sin duda, de lo malo se pueden aprender grandes enseñanzas y crecimientos.

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