El ataque de pánico se caracteriza por ser un episodio de ansiedad intensa (angustia), acompañada por síntomas físicos.  cuando se produce de manera repetida hablamos de trastorno de pánico. Son crisis que aparentemente aparecen de forma imprevisible y que pueden durar tan sólo unos minutos o bien persistir durante más tiempo. Podemos usar como sinónimo ataque de pánico o crisis de ansiedad/angustia

A menudo el miedo y los síntomas del ataque van creciendo de tal forma que las personas afectadas abandonan precipitadamente el lugar en el que se encuentran. En ocasiones este comportamiento se convierte además en agorafobia.

 

 

Síntomas emocionales y físicos de un ataque de pánico

Cuando una persona sufre una crisis de ansiedad, pueden observarse una serie de síntomas que pueden parecer alarmantes y confundirse en un primer momento con otras enfermedades  como sería el caso de un infarto o un ictus.

  • Los síntomas físicos del ataque de pánico son: sensación de ahogo, sensación de inestabilidad o mareo, palpitaciones o taquicardias, temblores, sudoración o sofocos; náuseas, vómitos o dolores abdominales; hormigueo o adormecimiento de diversas partes del cuerpo; escalofríos o sensación de frío en manos y pies; dolor en el pecho con la percepción de que no entra bien el aire a los pulmones.
  • Los síntomas psicológicos del ataque de Pánico son: aparición de miedos y temores, como por ejemplo miedo a morir, a perder el control o a enloquecer y sensación de irrealidad.

Llegados a este punto habría que preguntarse: ¿por qué se producen las crisis?. Una parte del sistema nervioso, llamado sistema vegetativo, cumple una función de defensa del organismo, y se activa ante una situación de peligro puntual. En el caso del trastorno de pánico, este sistema se dispara sin que la causa sea evidente. El sistema nervioso vegetativo actúa sobre los sistemas del organismo responsables de las sensaciones de alarma, exactamente los mismos que provocan las respuestas físicas del estrés: corazón, pulmones, glándulas sudoríparas, músculos, estómago, etc. Se produce una reacción en cadena activándose todas estas partes del cuerpo. El cuerpo consume una enorme cantidad de energía. Por esta razón es normal sentirse débil y agotado tras una crisis de ansiedad.

Es común detectar en las personas que sufren el trastorno de pánico, cambios de actitud y comportamiento con el fin de evitar aquellas situaciones que puedan resultar amenazantes.

 

ataque de pánico

Consejos para los familiares de personas con ataque de pánico

Si eres familiar de alguna persona que sufre un trastorno de pánico: intenta transmitir sensación de calma. No te alarmes ante la aparatosidad de las crisis. Ayúdale a reconocer los síntomas en el momento en el que ocurren. Para ello pueden ayudar los comentarios siguientes: “Explícame lo que te está ocurriendo ahora y no a lo que tienes miedo que te ocurra más tarde”, “Todos los síntomas los has padecido antes, sabes cómo son, y sabes que son producto de un trastorno por angustia, nada más”; “no va a sucederte nada peor ni más grave”; “sabes que estos síntomas cederán dentro de unos minutos, no vamos a hacer nada especial para detenerlos, sencillamente vamos a esperar a que acaben”; “estoy a tu lado para acompañarte mientras dura la crisis. Cuando termine continuaremos con lo que estábamos haciendo”.

 

¿Qué causa un ataque de pánico?

En muchos casos, los síntomas surgen sin una razón clara para quienes los sufren: «sin más empecé a sentirme fatal…»

  • Niveles de Ansiedad Cotidiana especialmente altos. Bien por el modo de vida o por las estrategias que tiene la persona para afrontar sus problemas diarios. Cuando los niveles medios de ansiedad son altos, existe una mayor probabilidad de desarrollar un trastorno de pánico.
  • Tendencia hereditaria y aprendizaje para reaccionar de forma exagerada a la amenaza. Numerosos estudios han demostrado que hay  tasas más altas de trastorno de pánico entre los familiares de pacientes que sufren este problema.
  • Interpretación catastrófica de las sensaciones corporales normales.
    Los pacientes con ataques de pánico tienden a interpretar sensaciones corporales ambiguas como signos de un inminente problema físico o mental. De este modo, un dolor en el pecho puede ser interpretado como un inminente infarto, o una falta de aire repentina junto con palpitaciones y sofocos  puede ser interpretado como el inicio de estar volviéndose loco.
  • La percepción de falta de control. Las vivencias de falta de control es una variable psicológica importante para el inicio de los ataques de pánico. Si uno se siente que los acontecimientos cotidianos producen efectos emocionales incontrolables, la probabilidad de sufrir un ataque de pánico aumenta.

 

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Uno de los miedos principales antes los síntomas de ansiedad, son el miedo a desmayarse o caerse, junto con padecer algún problema cardíaco o cerebral. La realidad es que es bastante improbable desmayarse como consecuencia de una crisis de ansiedad, pero está bien hacer un repaso a las principales causas de un desmayo.

Las causas principales de un desmayo

Se cual sea la causa primera por la que se produce el desmayo, siempre se producirá como consecuencia directa de la baja afluencia de sangre al cerebro. Se produce una caída repentina y breve en la presión arterial, reduciéndose drásticamente el suministro necesario de oxígeno al cerebro.

Tumores cerebrales.

Digamos que esta sería la causa más temida por cualquier persona, y de hecho, si alguien llega a este artículo buscando descartar que no tiene un tumor, será lo primero en lo que se fije. Aprovechare para recomendar el artículo: los peligros de consultar síntomas en internet. El desmayo podría producirse por la presión intracraneal del tumor sobre algunas zonas del cerebro. Esta no es ni mucho menos la causa más frecuente por la que se produce un desmayo.

Efectos secundarios de algunos fármacos, o también por la interacción entre varios. En ocasiones hay medicamentos que producen este efecto secundario. No está de más tener en cuenta esta causa antes de descartar otras.

Tensión arterial baja. Las personas con tendencia a tener tensión arterial baja, o a aquellas que puntualmente les baja, pueden llegar a desmayarse. No entraña gravedad y normalmente se resuelve tomando algo de líquido y alimentos salados. El no haber comido nada en mucho tiempo, o estar expuesto a temperaturas altas sin hidratación adecuada, menstruaciones abundantes, pueden ser algunos de los precipitantes de este problema.

mareo ansiedad

Hiperventilación.

Normalmente se asocia a niveles de estrés elevados. Si cogemos mucho oxígeno y no lo consumimos, al no estar realmente ante un peligro que demanda una respuesta muscular, la persona empezará a hiperventilar. El exceso de oxígeno y la disminución del CO2 produce mareo e inestabilidad, favoreciendo pensamientos sobre desmayos y pérdidas de conocimiento.

Hay que destacar que realmente no hace falta respirar muy rápido para acabar hiperventilando, la dilatación del bronquio es suficiente para producirlo. Por esta razón se propone como solución respirar en una bolsa: al respirar el propio dióxido de carbono  durante unos minutos se reducen los niveles de oxígeno y desaparecen los síntomas rápidamente. Además debido a estos cambios en los pulmones ante la ansiedad, se producen presiones en el pecho, fácilmente asociables a otras causas como la de estar sufriendo un infarto.

Hay que añadir que el exceso de oxígeno también favorece la sensación de desrealización y extrañeza con respecto a lo que ocurre alrededor. Le recomiendo que eche un vistazo a este artículo si este síntoma le es familiar.
En los casos en los que el desajuste entre dióxido de carbono y oxígeno es muy grande, pueden producirse desmayos por la secuenciación de un proceso químico: lo primero el aumento de los niveles de Bicarbonato en plasma, que hace que se alcalinice la sangre; Esto produce de manera añadida hiponatremia, hipocloremia e hipocalcemia, con lo cual se desajusta el balance iónico. Finalmente, se genera una vasoconstricción cerebral que provoca confusión, disnea y en ocasiones el temido desmayo.

 

Bajada de azúcar, o hipoglucemia.

Es más frecuente en personas con diabetes, pero puede ocurrirle a también a personas que no padezcan esta enfermedad.

 

Síncope vasovagal

El síncope vasovagal ocurre cuando la parte del sistema nervioso que regula la frecuencia cardíaca y la presión arterial funciona incorrectamente en respuesta a un factor desencadenante.
La frecuencia cardíaca disminuye y los vasos sanguíneos de las piernas se dilatan. Esto puede hacer que se acumule sangre en las piernas, lo que hace que disminuya la presión arterial. Una presión arterial más baja en combinación con una frecuencia cardíaca más lenta reducen rápidamente el flujo de sangre hacia el cerebro y, en consecuencia, te desmayas. A veces el síncope vasovagal no tiene un factor desencadenante específico; no obstante, algunos desencadenantes frecuentes son:

Estar de pie durante períodos prolongados.

Estar expuesto a una fuente de calor durante largo rato.

Ver sangre. Pocas personas pueden desmayarse viendo sangre, pero existe un porcentaje de la población que tiende a ello mucho más que el resto. Por la tanto la extracción de sangre puede precipitar algunos desmayos. A veces el miedo a una agresión física también (por el mismo motivo)

Hacer esfuerzo, por ejemplo en una evacuación intestinal. No es frecuente pero así está descrito cuando se suman otros factores.

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El tratamiento del ataque de pánico

A pensar de que la sintomatología alcanza en ocasiones elevados, y llama la atención el nivel de bloqueo que sufren algunas de las personas que la padecen, la agorafobia responde bien al tratamiento. El modelo más eficaz de psicoterapia es el cognitivo-conductual.

La clave para superar la agorafobia es aprender a controlar los síntomas de ansiedad y las situaciones temidas. El psicólogo clínico es el profesional con mayor cualificación para dirigir las soluciones y el tratamiento de la agorafobia. Las pautas suelen estar dirigidas hacia:

  • Detección de los principales estresores externos e internos que soporta la persona. Cuestionamiento y tareas para hacer frente de otro modo a aquellas amenazas que la persona percibe: opiniones de los demás, incertidumbres laborales, de pareja… Perfeccionismo, rutinas y hábitos no saludables.
  • Exposición graduada a los estímulos y contextos temidos (Técnicas de exposición).  Ayuda a que sea la propia experiencia la que permita a cada persona, creerse que lo que teme no es tan terrible, ni hay que temerlo tanto. La tendencia natural es la de buscar por medio de argumentos la calma. La realidad es que siendo importante entender que no hay que temer ciertas situaciones, hasta que no lo comprobamos no conseguimos sentirnos verdaderamente calmados. Con la práctica regular,  dentro y fuera de la consulta del psicólogo clínico, el temor se va reduciendo.
  • Técnicas de relajación y de control de la respiración.  La hiperventilación (respirar demasiado rápido y/o con demasiada intensidad) hará que los síntomas de inestabilidad, calor y sequedad de boca de disparen. Hay que entrenar a las personas que sufren crisis de ansiedad en diferentes maneras de respirar. Alguna de ellas forman parte de las principales técnicas de relajación (relajación diferencial, autógena y respiración diafragmática)
  • Psicoeducación. Por este nombre se conoce la información que es necesario transmitir a la persona que tienen un problema para hacerle frente. Es necesario comprender los factores psicológicos que precipitan la ansiedad, los somatizaciones y finalmente la propia agorafobia.
  • Psicofámacos, ansiolíticos, antiobsesivos/antidepresivos, cuando es necesario para moderar la sintomatología y poder trabajar con la psicoterapia adecuadamente. Los niveles excesivos de bloqueo, impiden avanzar en la psicoterapia

 

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