Un ascensor es agobiante en la medida en la que las puertas te pueden impedir salir si deseas hacerlo. La posibilidad de quedarse encerrado y no poder salir durante mucho tiempo hace que subirse al ascensor pueda convertirse en una gran amenaza para algunas personas. Las sensaciones físicas y psicológicas intensas en un ascensor hacen que por evitarlas prefieras subir y bajar por las escaleras para no verte atrapado.
Estás en el ascensor con la puerta cerrada, lo normal es que tu cuerpo y tu mente vuelvan a activarse de nuevo y que estés notando sensaciones de alerta: taquicardias, sudor, quizás también mareos, sensación de peligro. Es muy importante que no te impacientes porque esto finalice. Vamos a dejar pasar el tiempo y cada cinco minutos te voy a ir preguntando sobre tus sensaciones. Tienes que convivir con tu malestar para que pueda ir diluyéndose. Si estás pensando todo el tiempo en salir, en no querer estar mal, las sensaciones negativas crecerán. Piensa que cuando estás sentado en una silla trabajando pasas mucho rato sin levantarte. La diferencia con estar en el ascensor es que aquí tiendes a negociar contigo mismo si te vas o te quedas; si estás suficientemente mal o aún debes aguantar más. No te permitas esta negociación. Si estas aquí es porque has decidido enfrentarte a las sensaciones. No te alejes de ellas. Son muy incómodas y sabes que si te las permites ellas van poco a poco cediendo. No te olvides de que tu fin principal ahora es aprender a superar tus bloqueos, no el acabar la compra. Es lógico no quererlas pero no te impacientes. Deja que suban y bajen hasta que puedas sentirte más tranquilo. Tienes que aprender a separar lo que temes de lo que en realidad está ocurriendo. Voy a seguir aconsejándote, pero dejemos pasar un tiempo sin hablar o distraerte (…) Muy bien (…) ¿Cómo te sientes? (…) (Bis)
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