Tómate cinco minutos para valorar si te boicoteas. Piensa en todos los planes y proyectos que te han salido mal últimamente. Seguramente es algo que te ha entristecido y hecho pensar que eres víctima de una mala racha. Es cierto, puede suceder; pero cuando esa mala racha se extiende durante años, quizás es el momento de plantearse qué está sucediendo. Obviamente no hablamos de mal de ojo ni de ni supercherías de ese tipo. El problema está dentro de ti. Reflexiona sobre cada una de las cosas que te han ido mal últimamente…¿de verdad tenían posibilidades de salir adelante? ¿O quizás sí eran proyectos muy factibles pero tú no llegaste nunca a creértelo? Respondete a ti mismo con sinceridad y podrás poner remedio a tanta supuesta mala racha.
¿Cómo te boicoteas?
Normalmente, las personas que se boicotean tienen por delante un proyecto, relación o situación que afrontar, nace en ellos una voz interna que nos hace debatir cada paso o decisión a tomar. El miedo, la pereza o la incomodidad ante los cambios, puede hacer que esa vocecilla no haga más que enviar mensajes negativos para que permanezcan en el punto de partida. Lugar que conocen perfectamente, y en el que se sienten tanto cómodos como a salvo, porque total, a ellos nunca les salen bien las cosas.
La impaciencia también puede ser un gran enemigo. Cuando lo queremos todo de inmediato, el hecho de tener ante nosotros un largo camino que implica esfuerzo y tiempo, nos puede hacer creer que no merece la pena y por lo tanto fracasar o abandonar.
Por otro lado, está la escasa fe que tenemos en nosotros mismos. Es posible que desde niños, las personas que eran nuestros referentes hayan estado enviándonos mensajes desalentadores sobre nosotros porque no éramos como ellos deseaban. Su decepción nos llega y mina tanto nuestra autoestima como confianza. Terminamos creyéndonos que somos tan incapaces como los demás piensan, y nos servimos el fracaso en bandeja de plata.
¿Qué tipos de boicot hay?
Dependiendo de nuestra personalidad, nos boicotearemos de una u otra manera. Los tipos de autoboicot más comunes son:
Procrastinar
Es uno de los grandes males de la vida moderna. La perpetua postergación de nuestras obligaciones. Por un lado es posible que lo hagamos porque la tarea que debemos hacer no nos gusta, y por el otro puede ser que procrastinemos para evitar ponernos a prueba. Nos asusta no estar a la altura o fracasar en el cometido que nos hemos propuesto. Al procrastinar nos engañamos a nosotros mismos, porque nos convencemos de que sí estamos involucrados en la tarea a llevar a cabo pero que nos falta tiempo para finalizarla. ¿Te boicoteas?
Las eternas excusas
Nos boicoteamos inventándonos continuas excusas para evitar la toma de decisiones que signifiquen cambios e incomodidades. Es posible que deseemos llevar a cabo algún plan determinado, pero en cuanto lo sopesamos un poco y nos damos cuenta de lo mucho que puede agitarse nuestra vida si seguimos adelante, frenamos. Puede ser que los obstáculos sean reales, pero los haremos más grandes, e incluso insalvables, para evitar movernos de nuestra zona de confort.
El perfeccionismo
Es la madre de todas las excusas. Si no lo puedo hacer tan perfecto como deseo, mejor no lo hago. Proyectos que nunca terminamos porque nos parece que no están preparados para ser evaluados por los demás. Ese perfeccionismo esconde miedo al fracaso y a ser puesto a prueba.
En este caso, el perfeccionismo va unido de la inconstancia, un binomio perfecto para boicotearnos. Nunca nos pondremos a prueba porque así no sufriremos críticas, rechazos y desengaños. Pueden más los contras que los pros.
¿Por qué nos boicoteamos?
Existen muchas razones por las que acabamos dando tanto poder al pequeño boicoteador que llevamos dentro. La más común es la baja autoestima. Si durante años hemos recibido mensajes negativos sobre nuestras capacidades, es posible que terminemos por creer que es verdad. Incluso nos convertimos en personas con una mayor torpeza para afrontar las situaciones cotidianas.
El miedo a que esos mensajes negativos sean verdad nos invade. Decidimos no arriesgarnos y quedarnos con la duda. Según el psicólogo clínico Fernando Azor Lafarga, en ningún momento existe un deseo consciente de boicotearse. El problema se encuentra en las estrategias que se utilizan para resolver situaciones cotidianas. Y también señala, que dichas estrategias tienen que ver con los filtros y distorsiones que se pueden tener de la realidad.
Estos filtros se van adquiriendo o bien por el entorno que nos rodea, o porque existen rasgos de nuestra personalidad que los propicia. ¿Se puede dejar de autoboicotearse? ¡Sin duda! Una vez que nos hayamos dado cuenta de que la eterna mala racha que nos persigue tiene mucho que ver con nuestra manera de afrontar la vida, lo ideal es ponerse en contacto con un terapeuta. El especialista nos ayudará a comprender la razón de nuestro boicot y crear estrategias diferentes. Ser conscientes de nuestros puntos fuertes y debilidades, también nos ayudará a crearnos objetivos más realistas. Como dijo Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.”
Fernando sos el ser humano que todo el mundo tendría que cruzarse en la vida porque das paz, seguridad y tranquilidad y haces que las mentes vuelvan de a poco a su estado natural y los cuerpos a ser un poco más felices y relajados.
Busque durante mucho tiempo en Argentina y después de 10 años tirados a la basura pude encontrarte.
Toda persona que conozco y tiene ganas les recomiendo tu canal y tu blog.
Felicito a todo tu equipo y a la profesional de esta nota que es muy linda y verdadera.
Saludos desde Argentina.
Nadia.
Muchas gracias Nadia! Un abrazo