Toda situación de cambio requiere una adaptación. Inicialmente pueden producirse distorsiones por exceso o por defecto a la hora de calibrar nuestras capacidades para hacer frente a las nuevas circunstancias. Dependiendo de la amenaza que percibamos así será el nivel de alerta o de bienestar.
Un estado óptimo es aquel que se deriva de la aceptación de miedos y amenazas, pero que nos permite seguir buscando alternativas para eliminar o minimizar sus consecuencias. Es decir, es bueno tener cierta ansiedad ante una situación de desempleo, eso nos hará estar más activos, organizarnos mejor en la búsqueda, ver diferentes opciones,… Pero si nuestra ansiedad es demasiado elevada corremos el riesgo de bloquearnos y no avanzar.
Por esto es tan importante además de enfrentarnos a nuestros temores, buscar vías de eliminación de la ansiedad negativa: hacer deporte, tener un ocio adecuado, relacionarse con amigos,…
Es inevitable tener momentos de bajón, incluso es bueno permitírnoslos, poder reconocerlos, para así desahogarnos y tener fuerzas para seguir adelante.