La exigencia, y más en concreto la autoexigencia, es una cualidad que nos permite ser constantes y no apartarnos de nuestros objetivos. Ayuda a crear normas y formas de proceder que puedan facilitar el alcanzar las metas. Unido a esta idea de exigencia está el concepto de “necesidad de control”: si tenemos muchas metas que conseguir debemos tener más elementos controlados, y si tenemos que controlar más elementos, nos tenemos que exigir todavía más. Son dos conceptos totalmente relacionados, uno alimenta al otro.
El problema puede aparecer cuando las exigencias constantemente están advirtiéndonos de lo que puede salir mal, de que algo no lo tenemos controlado… Todo puede llegar a ser peligroso y amenazante por lo que los niveles de ansiedad/estrés pueden empezar a disminuir nuestra calidad de vida. Es importante aprender a vivir mejor con las incertidumbres para garantizarnos menores niveles de ansiedad y malestar.
Derivado también de la necesidad de control, se puede producir una falsa sensación de control. Por ejemplo, en la búsqueda de empleo nos puede pasar que como depende de nosotros mismos el enviar muchos curriculums entonces tenemos la sensación de que el éxito está garantizado. Sin embargo, la realidad es que una vez lo que nosotros podemos hacer, sigue habiendo muchas variables que dependen de otros factores. Es por esto por lo que hay que tener en cuenta que muchas veces por mucho que hagamos siempre puede haber algo que se nos escape del control.