Cuando algunas situaciones o vivencias nos hacen sentir vulnerables, es fácil que favorezcan la sensación de amenaza. Es más fácil percibir los peligros o lo que puede salir mal en una determinada situación. La razón nos puede decir que no pasa nada, pero las emociones negativas se pueden resistir a desaparecer. Estar en paro, especialmente si se perdió el empleo de manera inesperada, hace que aumente en algunas personas la vivencia de bloqueo e inseguridad hacia sí mismo, y lo que le rodea.
Normalmente vivimos el día a día pensando en que los accidentes, las muertes, o los episodios negativos sólo les ocurre a los demás. Pero a aquellas personas que les ocurren cambios bruscos como podría ser pasar de tener a no tener trabajo, se dan cuenta de que no están exentos de sufrir algún nuevo daño, una enfermedad…
Quiero contarte unos conceptos interesantes desde el punto de vista psicológico, después te propondré unas tareas para que sean de mayor utilidad.
Tarea
Adelántate a las situaciones. Haz predicciones realistas sobre las sensaciones de malestar que tendrás. Veamos algunos ejemplos: si tienes lumbago, y te cuesta moverte, será fácil llegar a sentirte vulnerable. Podrás conectar dos hechos aislados y pensar cosas como: “todo me pasa a mi”, lo mismo si te llega una multa de tráfico, o alguien tiene un accidente menor… Permítete la sensación de miedo. No te enfades por sentirlo, pero valora hasta qué punto los hechos son tan malos, o en realidad con muchas partes estás construyendo un todo. Lo normal es que te dé miedo que todo vaya a peor, pero probablemente sea más un temor que un hecho.
Conclusión
La razón nos puede decir que no pasa nada, pero las emociones negativas se pueden resistir a desaparecer. Estar en paro, especialmente si se perdió el empleo de manera inesperada, hace que aumente en algunas personas la vivencia de bloqueo e inseguridad hacia sí mismo y lo que le rodea. En concreto la incertidumbre es una emoción que favorece los temores.
Es importante no impacientarse por conseguir que las sensaciones de inquietud y el miedo a que ocurra algo desaparezcan. No son un síntoma de nada grave que vaya a ocurrir. Solo son sensaciones que si nos enfrentamos y dejamos que estén en una proporción razonable, irán reduciéndose.
A veces, cuando nos sentimos vulnerables, es fácil sentir que no seremos capaces de afrontar o resolver los retos que tenemos pendientes. Si además se nos juntan dificultades extra inesperadas, podemos sentirnos más impotentes e incapaces de resolverlas.