Soluciones para el miedo a atragantarse

Una vez entendido por qué razón nos bloqueamos a la hora de tragar, tenemos que ver los principales consejos para hacer frente al espasmo de la glotis. Aquí están recogidos unos cuantos buenos consejos, en cualquier caso es posible que no baste solo con ponerlos en práctica y que sea necesaria la intervención de un psicólogo con formación para hacer frente a este problema.

guía miedo atragantarse

 

Cuando se producen dificultades para tragar, lo normal es buscar consejo médico y descartar otras patologías que puedan estar asociadas: problemas neurológicos como demencias, tumores… Se suele hacer mucho hincapié en las causas orgánicas, y se proponen muchas veces tratamientos farmacológicos intensos con el fin de reducir el bloqueo de la persona. El beneficio es ambiguo. Hay personas que temporalmente evitan los espasmos de la glotis, pero normalmente no los resuelven. Al tiempo vuelven y se ven atrapados en el mismo bucle. Los tratamientos farmacológicos suelen aliviar los espasmos pero si la causa es psicológica volverán con el tiempo.

No pensar es imposible, cuando una persona se centra en no hacerlo, existen muchas probabilidades de que el espasmo se potencie aunque se crea estar haciendo lo correcto. Leía en un foro los comentarios de ayuda para una persona con espasmos en la glotis: la clave es no pensar. Cualquier cosa para mantenerse desconectado ayuda. Haz mucho ejercicio, haz bromas, queda con los amigos. Cualquier cosa que distraiga o desactive las partes conscientes del cerebro, deja que sea la memoria muscular la que mastique por ti». La verdad es que es un consejo que apunta en la dirección correcta, pero aun así el efecto que producen estos consejos es focalizar más aún a la persona en su espasmo. Nada útil.

 

La clave está en conseguir que la amenaza del atragantamiento no determine la forma de masticar y tragar cada bocado

La solución para los espasmos de la glotis no suele ser farmacológica, la clave está en conseguir que la amenaza del atragantamiento no determine cada bocado. Para ello hay dos caminos: cambiar la percepción de peligro y amenaza que se ha asociado al hecho de tragar y volver a automatizar el masticado y tragado. Los fármacos que se suelen prescribir para este problema pretenden bajar los niveles de ansiedad basal por medio de ansiolíticos y por medio de antidepresivos con efecto antiobsesivo. Suelen producir una reducción de la alerta general emocional y física, haciendo que la persona sea menos circular en sus pensamientos y reduzca la tensión muscular. Al bajar el nivel de alerta, mejora la capacidad para hacer frente la amenaza del atragantamiento. En cualquier caso, la persona no suele resolver su temor ya que no genera una habilidad nueva para hacer frente a su miedo y al posible espasmo de la glotis.

Siempre que se aprende un procedimiento o una habilidad, se producen variaciones en su adquisición. No se consigue una evolución lineal. El aprendizaje a veces es lento y requiere mucha práctica para interiorizarlo. En este caso aprender a combatir el espasmo involuntario de la glotis, requiere paciencia, práctica y mucho ensayo/error.

 

Para reducir el espasmo de la glotis, y eliminar el miedo a atragantarse es necesario:

FASE 1

1. Entender el problema.
2. Aprender qué aspectos psicológicos están implicados.

FASE 2

3. identificar las fases y sensaciones dentro del acto de tragar. Conocer el funcionamiento de la glotis.

FASE 3

4. Aceptación del espasmo: aplicación práctica de soluciones, consejos y tareas.

FASE 4

5. Dar el control de nuevo al cerebelo. Automatización e interiorización: repetición y paciencia.

 

 

Empecemos el trabajo práctico para resolver los problemas al tragar.

 

Fase 1

Esta primera fase se explica en el capítulo anterior, en él se comprenden los dos primeros puntos: entender el problema, y aprender qué aspectos psicológicos están implicados.

 

Fase 2

Identificación de sensaciones y conocer mecanismo de la glotis.

En esta fase hay que identificar las sensaciones que producen los alimentos.

El primer ejercicio es identificar cómo la glotis interviene en el proceso de tragado. Hay que ver cómo permitimos que la glotis deje paso a los alimentos y la saliva. Para ello es necesario practicar el siguiente ejercicio: Quiero que usando tu propia saliva o con un poco de agua dejes que la nuez suba manteniéndola elevada unos instantes.

Normalmente el reflejo ante una amenaza es defenderse y mantener solo unos instantes la garganta abierta para el paso de los alimentos. El efecto que produce es el atragantamiento, la irritación y el aumento de sensaciones que complican cada vez más el problema. Por todo esto, conseguir dejar la nuez arriba unos segundos es el primer paso para identificar sensaciones y para conseguir que baje la actitud defensiva ante la posibilidad de atragantarse ante cualquier alimento.

Hay que repetir este experimento todos los días, al menos tres veces durante una semana.

 

Fase 3

Aceptación del espasmo de la glotis.

Es importante que no todo gire alrededor de una negación: «no quiero atragantarme». Hay que conseguir centrarse en lo que sí quiero hacer. Hay que salirse del bucle de buscar siempre las mejores condiciones para garantizar que el alimento pasará sin problemas. No hay que esperar a que las condiciones sean perfectas para permitirse masticar y tragar

el alimento. Por esa razón voy a proponerle unos cuantos ejercicios centrados en esa meta. No hay que hacer todos al mismo tiempo pero todos ellos si se hacen poco a poco van a aportar su granito de arena a la hora de alcanzar el bienestar:

 

guía atragantamiento

 

1. Toca familiarizarse con texturas, mezclas de sabores y olores diversos.

Hay que crear una lista de alimentos que generan incomodidad a la hora de tragar. Deben jerarquizarse, es decir ordenarlos de menor a mayor incomodidad para que después se puedan plantear experimentos adecuados a cada persona.

Pongamos el caso de que el alimento elegido para el ejercicio es un bizcocho. Mi propuesta es comer un pedacito muy pequeño (muy), masticarlo sin prisa hasta ir permitiendo que una parte vaya entrando. Al principio es posible ayudarse de algún líquido para que poco a poco, con la misma cantidad y unas repeticiones después la alerta disminuya para esta situación. Este ejercicio no resuelve todo el problema, sólo lo hace hasta este ítem, o situación. HAY QUE SER PACIENTE.

Dependiendo del nivel de bloqueo que vive cada persona la jerarquía de situaciones se va adaptando. La ayuda de un psicólogo familiarizado con el tratamiento de las disfagia es siempre útil para poder recibir mensajes y guía constante sobre los siguientes pasos a afrontar.

Un ejemplo de las notas tomadas por un psicólogo durante en un proceso en el que la persona se expone a las sensaciones de un alimento en consulta podría ser este:

 

2. Permítase distracciones. Mientras come un alimento puede oír un programa de radio, ver la televisión o charlar con un amigo.

Algo que uso con frecuencia y que ayuda mucho es hacer una cuenta regresiva desde 1000, de siete en siete. Hace que la persona no pueda prestar facilmente atención a sus sensaciones al tiempo que hace los cálculos. Si pone en práctica este ejercicio es importante que sea porque usted lo decide, no porque no le queda más remedio. Quiero decir que puede hacerlo pero puede ser poco útil si no es usted quien desea convivir con esas sensaciones. Si es algo impuesto, podríamos decir que hace que sea valiente pero no llegará a sentir calma y tranquilidad tras el experimento.

De nuevo este experimento hay que repetirlo por lo menos una vez al día durante 7/14 días.

 

3. Masticar chicle.

comer chicle puede ser muy agradable, o todo lo contrario cuando no se quiere tener ninguna sensación incómoda al tragar saliva. Decidir tener un chicle o un caramelo es una buena forma de dejar que de manera automática la glotis deje paso a la saliva.

 

4 . Coma de pie o tumbado.

La posición en muchas ocasiones influye en la percepción de malestar. El afán por garantizarse que no se va a atragantar hace que busque siempre la mejor opción posible para conseguirlo. Este proceso hace que sea muy difícil relajarse y que cualquier pequeño cambio se viva como amenazante. Estar de pie o tumbado mientras se come es un buen ejercicio para desactivar las amenazas y potenciar la calma.

 

5. Este ejercicio es duro pero muy útil: muestre ante otras personas que se atraganta.

Puede forzar una tos algo explosiva en donde puede escupir la comida. Este ejercicio es duro ya que obliga a afrontar algo que se está evitando: que los demás miren y atiendan a algo llamativo e incómodo para uno mismo. Es usted quien lo decide, no es el azar o la falta de control quien lo decide por usted. Este ejercicio debería repetirse un mínimo de una vez por semana, durante un mes. Está claro que sólo se puede realizar cuando esté en la fase final de este problema.

 

6. Quede con los amigos y decida comer despacio.

No intente camuflarlo. Ha de hacerlo con la meta de que le hagan un comentario. Responda con normalidad: «sí tengo poca hambre y no me pasa la comida» no se esconda, eso solo hace que agravar el problema.

Cada uno de estos ejercicios debe repetirse un número de sesiones que irá entre 15 y 60 en función de lo enquistado que esté el problema. El avance se puede medir en función del bloqueo que aún genere el exponerse a este tipo de ejercicios y cómo dificulta el tragado normal del alimento. Cuanto menos bloqueo, más cerca estamos de la solución.

 

Fase 4

Una vez ya conoce estos ejercicios es fundamental la repetición. Cuanto más se normalicen las sensaciones al masticar, más fácil será avanzar y dejar de bloquearse en el momento de tragar.

PsicologodeCabecera.com

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