No es fácil para los padres tomar la decisión de llevar a sus hijos al psicólogo. En ocasiones les cuesta asimilar que el niño tenga un problema que ellos no pueden resolver. Además, aún sigue muy viva en nuestra sociedad la fatídica idea de que acudir a un terapeuta es cosa de locos o personas débiles. Afortunadamente, los prejuicios van siendo arrinconados por el sentido común. De todas formas, aún queda un largo y pedregoso camino hasta conseguir exterminarlos del todo.
David Amselem Ramírez, psicólogo especialista en Terapia Cognitivo-Conductual en la Infancia y Adolescencia, nos cuenta a grandes rasgos en qué consiste una terapia de este tipo. Y lo más importante, explica el tipo de señales a las que tienen que estar atentos los padres para poder tomar una decisión lo antes posible. Como en todo, el tiempo puede ser nuestro aliado o nuestro enemigo. Psicólogo infantil en Tres Cantos.
“Algunos padres suelen esperar todo lo que pueden hasta que llegan a un límite y se encuentran en una situación relativamente extrema”
David, ¿los padres siguen sintiendo prejuicios a la hora de que sus hijos hagan terapia?
Diría que sí. Las cosas están empezando a cambiar, pero de forma muy lenta. Muchos padres vienen con ideas preconcebidas, y en ocasiones también erróneas, sobre cómo funciona la terapia y su papel en ella.
¿Crees que para algunos padres llevar a sus hijos al psicólogo supone un fracaso como educadores?
A veces puede ser, aunque es una idea que no he visto habitualmente. Quizás más que sentirse fracasados, consideran que ellos no tienen nada que hacer o cambiar. Piensan que es un hecho exclusivo del niño. Lo más habitual es que vengan a terapia porque ya no saben qué camino tomar con el niño, y no con una sensación de fracaso.
¿En algunos casos acuden a vosotros como último recurso? Imagino que esto influirá a la hora de encontrar una solución al problema del niño.
Sí, es bastante común. Suelen esperar todo lo que pueden hasta que llegan a un límite y se encuentran en una situación relativamente extrema. Muchas veces la terapia es un recurso que se utiliza en el último momento, aunque también puede suceder que cuando la inician y obtienen lo que ellos consideran necesario para afrontar la situación, dejen de venir.
“En ocasiones, los progenitores vienen con la actitud de que son ellos los que tienen que cambiar”
David, cuando uno de los padres no está de acuerdo con que el hijo haga terapia ¿puede suponer un obstáculo para el terapeuta?
En ocasiones, sí. Es algo un tanto habitual. No solo con los padres, sucede también con los tíos o los abuelos. Muchas veces se les suele dar una serie de pautas para que todos hagan lo mismo de manera constante, y puede ocurrir que alguno de ellos decida que es mejor hacer otra cosa. Esto es algo que puede generar problemas importantes, y en consecuencia no conseguir el objetivo deseado.
Cuando el niño no tiene un problema en sí, sino que su conducta es una reacción al comportamiento de uno de los padres ¿cómo se lo toman cuando se lo comunicas?
Hay de todo. Esto sucede más a menudo de lo que pueda parecer. No tanto porque el niño no tenga ningún problema, sino porque el problema es más un conjunto de situaciones e interacciones entre todos. En ocasiones, los progenitores vienen con la actitud de que son ellos los que tienen que cambiar cosas; pero otras veces acuden con la idea de que les “arregles” al niño porque piensan que ellos lo están haciendo todo bien. En estos casos, hay que actuar con mano izquierda y comentarles lo mucho que pueden ayudar al niño actuando de manera diferente. La confrontación directa no se busca, porque puede ser percibida como un ataque por algunas personas.
¿Te has encontrado con padres que se sienten decepcionados con sus hijos porque padecen problemas psicológicos?
Sí, incluso no solo decepcionados sino enfadados. No es lo más normal, pero sí sucede. Suelen ser casos que se complican, y muchas veces la situación del niño tiene que ver con ese tipo de actitudes. Hay padres que afrontan los cambios bruscos de sus hijos de manera atacante y exigente. Esto no hace más que minar el problema existente, e incluso mantenerlo en el tiempo.
“Se les trata de convencer de la importancia que tiene no solo el venir a consulta, sino también lo que hagan durante la semana”
David, ¿los niños reaccionan bien en las terapias?
La mayoría, sí. De hecho, los niños suelen ser muy agradecidos en general. También hay algunos, más adolescentes, que no quieren ir a terapia. La mayoría de ellos te acaban viendo como a un profesor o casi como si fueses de la familia, piensa que me ven casi todas las semanas. Solemos hablar de muchas cosas, e incluso hay juegos con los que se divierten. Acaban viéndote como una persona muy cercana.
¿Suelen estar los padres presentes?
Depende del caso. Normalmente me gusta ir alternando en la propia sesión. Como decíamos antes, en todas las situaciones existe una influencia de las personas relacionadas, y por lo tanto, siempre van a poder hacer algo para ayudar tanto directa como indirectamente. Pueden darse situaciones en las que estás mucho tiempo con el niño, o solo con él, y en otras sesiones puede suceder lo contrario. El caso es que los padres no van a dejar de estar informados de cuanto se está haciendo.
¿Cómo enfrentas aquellos casos en los que debes empezar de cero una y otra vez porque no se siguen las pautas que indicas?
Ocurre bastante a menudo. No porque ellos tengan la intención de no hacer lo que les digo, sino porque les cuesta aplicar las cosas y cambiar hábitos. Normalmente, empezamos haciendo una evaluación de lo que está sucediendo y se les suele pedir que anoten aquellas conductas que consideran problemáticas. Desde el principio tienen dificultad para hacerlo, bien porque se les olvida o no dan importancia a ciertos comportamientos del niño. Esto dificulta bastante trasladar la información en técnicas y ejercicios concretos. Se les trata de convencer de la importancia que tiene no solo el venir a consulta, sino también lo que hagan durante la semana. Es importantísimo para poder avanzar en la terapia.
Por último, David ¿cuáles son las señales de alarma más evidentes a las que tienen que prestar atención los padres para plantearse la opción del psicólogo?
Hablando de una manera muy general, algo que les debería llamar la atención son los cambios inesperados de conducta. Si un niño siempre ha estado feliz y de repente deja de estarlo o no quiere ir al colegio, puede que ahí exista algún tipo de problema. En resumen, en lo que se deben fijar es en los cambios de conducta bruscos e inhabituales.