El etnocentrismo es un comportamiento adquirido. Seguramente, muchos de vosotros tendréis amigos extranjeros que de vez en cuando vienen a España a visitaros. También es posible que, con algunos de ellos, tengáis ciertos roces desde que llegan hasta que se van porque no dejan de comparar su cultura con la española, siendo esta última la que siempre acaba perdiendo en sus valoraciones.
El café es más rico es su país, las personas se visten más elegantemente en su ciudad, los horarios le parecen más razonables en su región, los polvorones son más exquisitos en su pueblo aunque lleven los mismos ingredientes que los de aquí… esto que os acabo de describir sería un comportamiento etnocentrista.
Pero…¿qué es exactamente el etnocentrismo?
Es la tendencia a considerar la propia cultura superior a las demás, y por tanto, se convierte en el criterio único para valorar el resto de las culturas. El etnocentrismo es un comportamiento adquirido que se va transmitiendo de generación en generación. Después, depende de cada uno que le afecte en mayor o menor medida a la hora de viajar. Es incuestionable, que la mayoría de los humanos consideramos que nuestra cultura es la más hermosa. Nos sentimos orgullosos de pertenecer a ella, y eso es algo positivo. Lo negativo comienza cuando cierras tu mente ante la posibilidad de considerar que otras culturas pueden tener rasgos tan bellos o más que la tuya. Para algunas personas pensar algo semejante es inviable.
¿Por qué se produce el etnocentrismo?
Sin duda, el político y sociólogo portugués José Manuel Pureza estuvo acertadísimo cuando definió el etnocentrismo como la incapacidad de mirar el mundo a través de los ojos de los demás. La empatía desaparece. La psicología social explica este comportamiento por medio de dos teorías: la Teoría de la Identidad Social y la Teoría del Conflicto Realista.
En la Teoría de Identidad Social, nos explican que el individuo se siente tan identificado con su cultura que tiende a idealizarla. Así que, para reforzar la idea de que es superior a las demás, tiende a compararla continuamente con las demás desde un punto de vista negativo. Es decir, el resto de culturas siempre saldrán perdiendo porque parten en desventaja para aquellos que sienten la suya como la mejor. Quizá el más claro ejemplo de esta teoría sean muchos de los pioneros que comenzaron a investigar otras etnias y culturas cuando se iniciaron los grandes viajes a otros continentes. No estudiaban estas civilizaciones desde un punto de vista objetivo, sino más bien peyorativo y considerándolos pueblos salvajes.
La Teoría del conflicto Realista cuenta que cuando se produce un conflicto entre varios grupos étnicos, se debe a que aquel que se siente el dominante ve al resto como una amenaza y de ahí que surjan comportamientos etnocentristas. Un ejemplo de esta teoría podría ser el conocido motín de Esquilache, el cual estalló en el año 1766 en Madrid. Entre los muchos factores responsables del conflicto, estaba la prohibición del uso de la capa larga y chambergo por orden del marqués de Esquilache, ministro italiano de Carlos III. El pueblo percibió que un extranjero venía a quitar las costumbres del pueblo y sintió amenazada su identidad cultural.
La otra cara de la moneda: el xenocentrismo
Sí, también existen aquellos que consideran a la propia cultura absolutamente detestable e incluso un lastre para que la sociedad donde habitan mejore. En este caso, cualquier cultura extranjera les parece mejor.
Los primeros que comenzaron a utilizar este término, fueron los sociólogos estadounidenses Donald P. Kent y Robert G. Burnight tras publicar un artículo en el American Journal of Sociology en los años 50. Según estos sociólogos, el xenocentrismo lo suelen sentir aquellos individuos que tienen fuertes raíces familiares en otros países, los que se oponen al sistema político que existe en su país, y también aquellos que se sienten defraudados por su propia sociedad y se rebelan en su contra.
¿El etnocentrismo se cura leyendo o viajando?
Sin duda, obtener conocimientos y experiencias es siempre algo positivo. Aunque todo depende de como lo procesamos y de la actitud que tengamos. Si viajas mucho, pero tu mente está cerrada, tu etnocentrismo será inamovible.
Hasta que comenzó el relativismo cultural, todos aquellos que se dedicaban a la etnología y antropología se pasaban años viajando, escribiendo libros contando todo lo que iban descubriendo, pero siempre considerando a aquellas civilizaciones como inferiores. Acuñaban un montón de conocimientos y vivencias, sin embargo su etnocentrismo se mantenía inexpugnable. Y es que ya lo dijo Albert Einstein: “La mente es como un paracaídas… Sólo funciona si la tenemos abierta”.