Si un hombre decide no tener hijos, pocas veces se le cuestiona. Si, en cambio, es una mujer la que expresa dicha decisión, se encienden todas las alarmas y los prejuicios sociales salen a relucir. La mayoría de la sociedad considera, tácitamente, que una mujer está obligada a tener hijos, y por lo tanto debería ser su máxima meta en la vida.

El derecho a no ser madre, es un tema del que apenas se habla y se plantea con seriedad. El resto de las mujeres, por lo general, miran de manera reticente a las que deciden no tener niños. Y es que señalar un camino diferente al que opta la mayoría, y que también podría ser una buena decisión, crea mucho rechazo social.

 

¿Existe el instinto maternal o es un mito?

Según los expertos, no existe ningún instinto que nos empuje a tener hijos en un momento determinado de nuestra vida. Durante décadas, se ha vendido el instinto maternal como un sentimiento innato en la mujer. No hay más que ver el tipo de juguetes que se fabrican para las niñas, bebés a los que cuidar. Desde que nacen les marcan el camino, han de maquillarse, cocinar y tener bebés. Por lo que podríamos decir, que el instinto maternal es más bien algo cultural y adquirido que innato. Aún así, muchas mujeres terminan obligándose a percibir dicho instinto para no sentir que son diferentes, o para no ser estigmatizadas socialmente.

Sin duda, un gran número deciden ser madres porque lo desean y se sienten felices por su elección. Pero otras tantas no, y de ellas apenas se habla, porque existe un cierto miedo social a tocar el tema. Existen casos en lo que ni siquiera se plantean si desean realmente vivir la maternidad o no. No lo ven como un derecho sino como una obligación. Seguramente, la mayoría de las mujeres de su entorno tienen hijos, y aquellas que no, son tratadas de manera diferente e incluso apartadas de ciertos rituales sociales.

A las mujeres que pasan la barrera de los 30 años sin haber procreado, se las bombardea especialmente con frases tipo “no serás una mujer completa sin un hijo”, “se te va a pasar el arroz”, “cuando quieras no podrás” o “llegarás a vieja y estarás sola”. Dichas afirmaciones pueden calar de tal manera en la persona, que se sienta en la obligación de tomar decisiones trascendentales a la ligera.

 

no ser madre

 

¿Algunas madres se arrepienten de serlo?

La respuesta es sí. Pero como sucede con el tema de no tener hijos, es algo tabú de lo que no se habla. Si una mujer comentase tal cosa en público, inmediatamente sería juzgada como una mala madre, mujer con sentimientos antinaturales, e incluso de malvada. En el último libro escrito por la socióloga israelí Orna Donath, Madres Arrepentidas (Reservoir Books, 2016), se da visibilidad a estas mujeres. El hecho de que se arrepientan de su maternidad no quiere decir que no amen a sus hijos o los descuiden, simplemente son conscientes de que su decisión no fue la más acertada, o que no era lo que realmente deseaban hacer.

Aunque si pueden surgir casos en los que sientan cierto rechazo por sus hijos, y no puedan ejercer su papel de madre como se espera. En estos casos, se genera un conflicto familiar de difícil resolución si la mujer no es capaz de aceptar lo que siente y enfrentarse a ello.

Al contrario de lo que se pueda pensar, que una madre reconozca su arrepentimiento y lo verbalice, puede crear más vías de comunicación y lazos de unión, que mantenerse en silencio.Para conseguirlo se recomienda acudir a un terapeuta, quien ayudará a poner nombre a todo lo que siente, a comprenderse mejor, y gestionar sus emociones de la mejor manera posible.

¿Qué es el movimiento “NoMo”?

“NoMo”, viene de las palabras no mother, y lo integran las mujeres que por decisión propia no desean convertirse en madres. Mujeres que han resistido a la presión social, y cuentan su proyecto de no vivir la maternidad de manera convencida. En España, cada vez hay más féminas que se adhieren sin temor a ser señaladas por ello.

La mayoría de las NoMo, deciden prescindir de los hijos porque desean disponer con mayor libertad de su tiempo libre, centrarse en su carrera profesional o simplemente optan por una vida diferente. Algunas, incluso llegan a someterse a una esterilización, lo que también se convierte en un largo camino hasta que consiguen encontrar un médico que acceda a practicársela.

Muchas mujeres tienen claro que no quieren ser madres desde muy jóvenes, lo asumen y siguen con sus vida con normalidad. Para otras no es tan fácil, a algunas les resulta más duro y doloroso enfrentarse a la presión de su entorno. En no pocos casos, acaban presas del estrés y la depresión, lo que les puede llevar a claudicar para dejar de sentirse señaladas. Esto les puede llevar a sentirse frustradas, porque al fin y al cabo no han sido dueñas de su vida. Aún nos queda un largo camino para que la “NoMo” sean vistas con la misma normalidad que una madre con su hijo.

 

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