¿Alguna vez te has detenido a pensar que tu cerebro podría estar equipado con superpoderes temporales que se activan justo cuando cometes errores? Sí, has leído bien. Ese momento en que algo no sale como esperabas y te sientes frustrado podría ser, en realidad, una oportunidad única para sacar a relucir lo mejor de ti.

Cuando nos equivocamos, nuestro cerebro desencadena una fascinante respuesta química diseñada para ayudarnos a enfocarnos y corregir el rumbo. La primera señal de alarma se debe a la epinefrina, también conocida como adrenalina. Esta sustancia actúa como un timbre de alerta, preparando nuestro cuerpo y mente para la acción.

Pero aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes. Tras la epinefrina, se produce una segunda respuesta: la liberación de acetilcolina. Este neurotransmisor es una especie de supercombustible para nuestro cerebro. Aumenta nuestra concentración y agudiza nuestra capacidad para comprender y realizar tareas. Es como si, de repente, todas las distracciones se desvanecieran y pudiéramos ver con claridad el camino a seguir.

 

 

Sin embargo, hay un giro inesperado en esta historia. A menudo, cuando cometemos un error, en lugar de aprovechar este estado de hiperconcentración, nos perdemos en la angustia, la autocrítica o el enfado. Nos centramos tanto en el error en sí que dejamos pasar la oportunidad de utilizar ese impulso químico a nuestro favor.

Imagina que, en lugar de regodearte en el «¿por qué lo hice mal?» o en la vergüenza del fallo, decides canalizar esa energía hacia la solución. Al hacerlo, no solo estarías aprovechando tus capacidades mejoradas en ese momento, sino que también estarías preparando el escenario para la tercera y última sustancia que tu cerebro tiene preparada: la dopamina.

La dopamina es el premio final, el aplauso interno que nos dice «bien hecho, así se hace». Esta sensación de logro no solo nos hace sentir bien en el momento, sino que también contribuye a aumentar nuestra seguridad y autoestima a largo plazo.

 

 

Entonces, ¿cómo podemos empezar a ver los errores como una ventaja en lugar de un revés? La clave está en la perspectiva. Al entender que nuestro cerebro está diseñado para ayudarnos a superar los obstáculos, podemos comenzar a abrazar los errores como oportunidades para crecer y aprender.

La próxima vez que te enfrentes a un error, recuerda que tu cerebro está listo para darte superpoderes. No los desaproveches. Enfócate en la solución, aprovecha la claridad que te brinda la acetilcolina y prepárate para el dulce sabor de la victoria que te proporcionará la dopamina. Los errores no son el fin del camino, sino peldaños hacia el éxito.

En conclusión, los errores son una parte natural y valiosa del aprendizaje y el crecimiento personal. Nos ofrecen una ventana única para entender mejor cómo funciona nuestro cerebro y cómo podemos utilizar su respuesta química a nuestro favor. Así que la próxima vez que algo no salga según lo planeado, recuerda: tu cerebro tiene un plan de respaldo, y está listo para convertir ese error en una victoria.

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