Un patrón de conducta es un tipo de conducta que nos sirve de modelo y que repetimos en muchas situaciones diferentes.

Posiblemente más de una vez se habrá preguntado por qué siempre fracasa en sus relaciones de pareja, por qué los conocidos se aprovechan de usted una y otra vez, o la razón de sus constantes problemas en cualquiera de los trabajos que ha tenido a lo largo de su vida. Quizás, sin saberlo, esté repitiendo un patrón de conducta que irremediablemente le lleve a obtener los mismos resultados a cada paso del camino. Fue Einstein quien dijo: “Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”.

 

Pero…¿qué es un patrón de conducta?

El psicólogo Burrhus Frederic Skinner, dijo en su libro “ Science And Human Behavior New impression” (1965), que un patrón de conducta corresponde a unas normas específicas, que son guías que orientan la respuesta o la acción ante situaciones o circunstancias específicas. Los vamos adquiriendo mediante el aprendizaje, bien por lo que observamos en nuestro entorno más cercano, o por experimentación propia ante los problemas de la vida.

Si dichos patrones nos han funcionado ante una circunstancia determinada, es normal que tendamos a repetirlos aunque no siempre sea recomendable. Por ejemplo, una persona con una fobia, ha aprendido a rehuirla para no sufrir y así obtener un alivio inmediato. Repetirá este patrón todas las veces que se aparezca el problema, porque es lo que le funciona para sentirse mejor más rápidamente. A la larga, es una comportamiento que afectará negativamente al individuo ya que le incapacita para superar sus miedos. Según Freud, solemos repetir patrones de conducta de dos maneras: usando patrones positivos (fuerza de vida) y patrones negativos (fuerza de muerte). Los primeros nos ayudan a reafirmarnos en la vida, mientras que los segundos nos llevaría a la autodestrucción.

 

patrón de conducta

 

¿Se puede cambiar un patrón de conducta?

Podríamos definir la personalidad, simplificando mucho, como el conjunto de sentimientos, pensamientos y actitudes de cada cual, modulados por un patrón de conducta. La personalidad es algo único, pero no inmodificable. Hay patrones que pueden ser cambiados con el objetivo de mejorar la vida del individuo.

Muchos de nosotros repetimos hasta la saciedad conductas negativas o destructivas, que nos producen sentimientos de frustración y tristeza. Como dijimos al principio, parece que siempre nos engañen los amigos,tengamos la mala suerte de ser ninguneados en el trabajo o fracasamos en el amor por mucho que nos esforcemos. Sin duda, a lo largo de la vida nos encontraremos con indeseables que nos estafen emocionalmente, pero cuando se repite el mismo resultado una y otra vez, el problema puede que sea nuestro.

Parecer algo estúpido repetir una y otra vez aquellos comportamientos que nos acarrean consecuencias negativas, pero no es tan fácil evitarlo cuando han sido aprendidos e interiorizados. De pequeños, aprendemos que al meter los dedos en un enchufe o a acercarlos a una llama, nos herimos. Imagina la siguiente situación: un niño creciendo en un hogar donde el alcoholismo o los malos tratos imperan. El pequeño aprenderá a huir o evadirse de esas situaciones para sobrevivir. Bien porque observe dicha conducta en el resto de la familia, o porque sea el patrón que mejor le funciona para salir adelante. Este tipo de comportamiento lo puede llevar a otros campos, y es posible que cuando tenga que enfrentarse a una situación complicada en su vida tienda a repetir el patrón que aprendió de crío: huir o fingir que no pasa nada para no tener que enfrentarse a algo que le incomoda.

 

La fuerza de la costumbre…

Si nos hemos habituado a tener un tipo de comportamiento que nos perjudica, puede resultar complicado cambiarlo, pero no imposible. El alivio inmediato ante situaciones que nos desazonan, son solo espejismos de bienestar. En realidad, lo sabemos. Sin embargo preferimos evitar enfrentarnos a ello. Cuando la frustración e incomodidad influya en nuestro día a día debido a cómo reaccionamos ante determinadas situaciones, lo ideal es acudir a un terapeuta que nos ayude a entender por qué lo hacemos y cómo podemos cambiarlo. Es un camino duro, también largo y lleno de tropezones, pero sin duda merece la pena. Nuestra calidad de vida no depende únicamente de nuestra salud física o estatus económico, la salud mental es también un factor importante.

En muchas ocasiones, recurrimos al manido “yo soy así y ya no voy a cambiar”, como forma de autodefensa cuando nos enfrentan a nuestros comportamientos menos positivos. Es un error, una forma de cronificarse en una conducta, y además, excusarse para no sentir culpa. Cambiar los patrones que nos estancan o nos hacen cometer los mismos errores, es posible. Solo hay que darse cuenta de que algo está sucediendo, desear modificarlo y pedir la ayuda adecuada. No se dé por vencido.

 

 

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