No siempre es fácil responder a preguntas relacionadas con el sexo o las drogas, pero menos fácil es hablar de ello cuando ni siquiera nos lo preguntan… tal es el caso de los padres con sus hijos. Parece que determinados temas han de hablarse cuando se despierten en la mente de los adolescentes, pero la verdad es que cuando eso ocurre puede ser ya demasiado tarde. La información relativa a temas que implican riesgo para la salud o el desarrollo futuro de un adolescente es importante que sea conocida antes de que el entorno presione demasiado (diez u once años).

En ocasiones puede dar la sensación de que hablar de drogas, por ejemplo, dará pistas al niño de que existen sustancia muy placenteras y de que las querrá probar por la curiosidad que en él despertemos, sin embargo, dándole datos de qué efectos tiene (buenos y malos) será más probable que sea capaz de decir no cuando se le pueda presentar la oportunidad.

Responder a las preguntas de los hijos. La información puede darse a modo de discurso o a modo de coloquio. Puestos a elegir la segunda opción parece algo mejor, para ello podemos exponer los datos y luego preguntar lo que piensa el niño sobre ello. Para ayudarnos podemos utilizar información de Internet: www.sindrogas.es, podemos utilizar guías multimedia, o cualquier otro material gráfico que esté a nuestro alcance.

 

 

Información y curiosidad

La información preferiblemente hay que darla fomentando la curiosidad en el niño e intentando no generar únicamente la sensación de pecaminoso o dañino. Si convencemos a nuestro hijo de que las drogas como el hachís son igual que la heroína, cuando descubra que sus amigos o conocidos lo fuman y no sólo no se quedan enganchados sino que incluso se lo pasan fenomenal, será muy posible que decida que a lo mejor exageran sus padres: “ellos que saben, todo lo ven mal…”, es en ese momento cuando es más fácil al adolescente fiarse de su grupo de amigos que del “sermón” de sus padres.

Utilizando el titulo de una excelente guía sobre drogas que edita el ministerio del interior, “a más información menos riesgos”. Por otra parte, si hablamos de sexo podemos repetir casi las mismas palabras, es difícil convencer a un adolescente que el sexo es malo, pero es relativamente sencillo informar, primero al niño, luego al adolescente, de las medidas necesarias para evitar contagios y embarazos no deseados, al tiempo que se le enseña el valor del sexo, de la expresión del afecto, del respeto por la pareja… sin dejar de lado cómo se coloca un preservativo, o el riego de que quede embarazada su pareja por el líquido preseminal. Se supone que si no va a tener relaciones, para qué contárselo, pero si finalmente no dispone de la información necesaria, cuando llegue el momento quizás no sepa qué es lo que puede hacer para resolverlo.

Responder a las preguntas de los hijos. No lo dude, si eres padre y aún no lo has hecho… habla con ellos, inicia un diálogo, mantenlo en el tiempo, y así empezarán a sentarse las bases para una confianza mutua.

 

 

 

 

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