Ansia y ansiedad. Normalmente nos referimos a la ansiedad como un estado emocional no deseado, incómodo y a menudo asociado a respuestas físicas como la taquicardia, ahogo, nauseas, diarreas… La verdad es que por sí misma el ansia no es ni buena ni mala, es simplemente una manera que tiene nuestro cuerpo y nuestra mente de prepararse para resolver situaciones cotidianas. Lo malo de la ansiedad es que se cronifique. Estamos sobradamente preparados para vivir con “subidones” de ansiedad sin que exista perjuicio alguno. El problema suele aparecer cuando día tras día nos mantenemos en un estado de alerta al intentar eliminar amenazas, no siempre fáciles de detectar y por tanto tampoco sencillas de resolver.

Los conflictos que hay que afrontar cotidianamente, la cantidad de temas pendientes, el tipo de trabajo, los retos no resueltos, la inestabilidad económica, la fiesta de cumpleaños de dentro de una semana, el miedo a defraudar… son algunos de los factores que podrían intervenir en el nivel de ansiedad diario que una persona soporta. En esta pequeña lista se puede apreciar que en sí no es necesario que lo que genere ansiedad tenga que ser peligroso o negativo. Como decía antes, la ansiedad es una respuesta que da nuestro cuerpo y nuestra mente para prepararse ante algo que haya que resolver, bien sea proveniente de uno mismo o desde fuera.

 

Las personas apasionadas con lo que hacen, suelen tener mayor sensación de ansia

 

ansia y ansiedad

 

Las personas apasionadas con lo que hacen, con cierta dosis de impaciencia por conseguir rápidamente las cosas, suelen vivir con ansia el desenlace de lo que se proponen, y se adelantan a las posibles consecuencias intentando resolver las adversidades antes de que se produzca.

En realidad es una forma muy eficaz de enfrentarse a los retos y a las novedades, pero a menudo ser así acaba generando un desgaste y una activación desproporcionada. Este tipo de personas son las que todo jefe desea tener a su cargo. Consiguen resolver las tareas y responsabilidades que se les encomienda sin estar detrás de ellas. El beneficio inmediato de esta forma de ser es que se recibe el reconocimiento de los demás y por tanto mejora la autoestima.

El ansia puede estar unida a situaciones cotidianas. Por ejemplo: pintar una pared de un color diferente produce ansia por ver cómo queda y cómo lo verán los demás. Comprar un nuevo coche genera algo de desesperación cuando no lo entregan en el momento de dar el dinero. Preparar una fiesta sorpresa hace que se preparen gran cantidad de actividades, se invite a bastante gente, que la decoración esté a la altura de la sorpresa. Por supuesto todo con nervios por el deseo de que todo esté perfecto.

 

ansia

 

Las personas somos en esencia como somos, pero no es necesario que se vuelva contra nosotros ese modo de ser

 

Una persona como la que acabo de describir será más vulnerable a la ansiedad que otra que no tenga un tono vital tan elevado. La clave desde el punto de vista psicológico será encontrar la manera de renunciar a algunos objetivos, permitiéndose perseguir otros, siempre buscando como fin que el apasionamiento no se trasforme en angustia y ansiedad desbordada. Es decir, las personas somos en esencia como somos, pero no es necesario que se vuelva contra nosotros ese modo de ser.

 

 

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