Siempre que meto la pata en situaciones que se parecen, me acuerdo que cuando jugaba a videojuegos de carreras conduciendo coches en un circuito, siempre había una curva en la que me salía del recorrido. Siempre la misma en la que se salía todo el mundo cuando jugabas las primeras veces. Estaba pensada para que quisieras llegar a tope de velocidad y luego no te diera tiempo a frenar y girar correctamente. Eso garantizaba al dueño del bar que ibas a jugar alguna partida más para conseguir llegar a la meta en el tiempo que te indicaba la máquina. Es decir que la empresa de videojuegos sabiendo cómo tendemos a jugar, lo programaba para que todos picáramos del mismo modo. Esta experiencia me recuerda que hay unas inercias similares en todas las personas, y que favorecen tropezar siempre con la misma piedra.

 

Genética y aprendizaje determinan cómo percibimos la realidad

 

Genética y aprendizaje

La genética y el aprendizaje configuran la manera de percibir la realidad, el modo en cada cada persona intenta lidiar con lo que le toca y afronta estudios, relaciones sociales, trabajos… Hay quien tiene mayor o menor capacidad para mantener la atención, para relacionarse con compañeros, para ganarse la confianza de los demás, para recordar números, nombres, fechas, tareas… A quien no lo cuesta nada describir lo que siente, quien necesita moverse y hacer ejercicio. Son capacidades que vienen de fábrica, y que después podemos cultivar en una u otra dirección. La personalidad de cada uno es bastante estable a lo largo de los años, pero eso no tiene que determinar nuestro tropiezo ante determinadas situaciones de vida.

Cuando nuestra inercia nos condiciona la manera de resolver los problemas, para mal: para agobiarnos, para hacernos más irritables, para no conseguir ser constantes… Quizás sea el momento de aprender a hacer cosas diferentes a las que tendemos de forma natural para no tropezar siempre con la misma piedra.

 

Las habilidades individuales

Cuando se unen las características genéticas con el aprendizaje de soluciones para vivir la vida, cuando se ha configurado la personalidad como consecuencia de esta suma de factores, hará que sea más probable los éxitos en algunos campos y que nos cuesten mucho más otros.

Un ejemplo: Si somos impacientes, irritables, si queremos que las rutinas sean de una determinada manera, hará que si tenemos hijos, seamos más intolerantes con ellos. Les impongamos nuestros tiempos y maneras de hacer las cosas, independientemente de la capacidad real del niño para asumir la pauta que se le ha dado. Siendo así tenemos la posibilidad de salirnos de nuestra inercia y de intentar una estrategia distinta, posiblemente mucho más exitosa.

Cuando nos quedamos anclados a nuestra inercia, a nuestra manera natural de ser, podemos ser felices, pero no conseguiremos resolver algunos obstáculos con los que siempre tropezamos (como el videojuego). Yo creo que es importante salirse de las estructuras o los moldes de personalidad que se han creado como consecuencia del aprendizaje y nuestra biología heredada, para así poder ser más dueños de lo que queremos conseguir.

No darnos cuenta de que a veces es puro conformismo no gestionar de otro modo situaciones como la que ponía de ejemplo sobre la educación de un hijo, creo que es una pena. Desde luego ha de haber una motivación o un deseo claro por parte de cada uno para querer conseguir una meta, pero si se tienen en cuenta qué frenos son los que nos lo impiden todo será bastante más sencillo.

 

Es importante salirse de los moldes de la personalidad que tenemos para poder conseguir lo que queremos

 

Podemos decir que aunque no seamos consciente de ello vamos a gestionar mal una lista concreta de situacionessolo por el hecho de ser como nuestra genética y experiencias nos imponen. A veces basta con saber cuál será la curva en la que nos solemos salir del recorrido para que busquemos una solución diferente: no pisar tanto el acelerador, o ser más paciente, dejar más tiempo al aburrimiento, expresar antes una opinión…

 

 

Ejemplos de “tendencias de fábrica”

Cuando veo que meto la pata en las mismas situaciones hay que valorar los errores que se pueden asociar más frecuentemente a ellas:

 

Contexto: partido de liguilla con el equipo de fútbol.

Tendencia de fábrica: querer agradar a los amigos y demostrar que lo hago bien.

Si mi tendencia es a querer demostrar a mis amigos que destaco, y que no soy un lastre para el equipo, eso puede hacer que rinda más o que me presione en exceso. Quien sepa gestionar la presión se crecerá en esos momentos, el que no, puede pasarse de vueltas. Cuanto más se presione peor jugará el partido y más cerca estará de ser un lastre para el equipo. Si me doy cuenta de este hecho puedo combatir mi tendencia a demostrar que lo hago bien.

Podré permitirme en un momento concreto decepcionar no siendo el que mejor defiende o el que más goles mete. Si de verdad le doy la importancia real que tiene la opinión de los demás, entonces podré centrarme en jugar y quitarle el balón al equipo contrario. Cuando sólo intente demostrar que lo hago bien la meta estará bastante distorsionada y la posibilidad de hacerlo bien será menor. Es una tarea que requiere práctica pero que da muy buenos frutos. Sobre este tema de las tareas le animo a que lea el artículo pautas y tareas en psicología, creo que le interesará. Meto la pata…

 

Contexto: trabajo.

Tendencia de fábrica: a acabar todas las tareas que se han planificado.

Planificarme bien para cumplir lo que me piden es algo que dará buenos frutos en un contexto laboral. Sin embargo no siempre somos capaces de acabar todas las tareas que están pendientes. Si me impongo hacerlo lo normal es que mi tendencia de fábrica me haga estar ansioso y permanentemente amenazado por no estar a la altura de mis expectativas. La alternativa es aprender a diferenciar entre tareas pendientes y ser capaces de afrontar las consecuencias puntuales que se deriven de no resolver siempre todo. La tendencia de fábrica es a repetir el error de querer estar a la altura bajo cualquier situación. Es a decirme “es verdad no pasa nada si lo dejo para mañana”, pero al final lo acabo para no tener nada pendiente y que no se una a lo que tendré para el día siguiente.

 

Contexto: en un avión.

Tendencia de fábrica: temor hacia lo que puede ser peligroso potencialmente

Las personas que suelen temer lo que no conocen y que potencialmente puede ser peligroso, cuando se enfrentan a situaciones como la de ir en avión se les disparan las alertas y el miedo a que el avión pueda caerse. Su inercia natural a es a que se bloqueen y que no se expongan a lo que puede pasar. No acumulan experiencias que alejen sus temores al demostrar que no hay peligros tan inminentes como a veces creen. Se hace especialmente necesario para estas personas hacer frente a sus miedo si quieren mantener la independencia, y la autonomía para afrontar lo cotidiano.

 

Contexto: viaje a Polinesia

Tendencia de fábrica: a aprovechar cada oportunidad para disfrutar de las cosas.

Viajar a destinos lejanos a los que es posible que no volvamos nunca, tiene un matiz muy importante para las personas que no quieren desperdiciar ni un poco de su tiempo: han de disfrutar intensamente de esa oportunidad única, si no quieren arrepentirse después. Esto hace que se esfuercen mucho por vivir cada instante, pero a veces su “tendencia de fábrica” les hará agobiarse más de la cuenta al ser conscientes de todo lo que podrían haber hecho, de lo que se están perdiendo, haciendo que sea difícil disfrutar de verdad de lo que hacen en ese momento. Esto puede ser muy ansiógeno y nada placentero.

 

Contexto: relación de pareja

Tendencia de fábrica: a querer no equivocarme con la persona que he elegido para estar conmigo.

Las personas que buscan mucho control sobre su día a día les cuesta aceptar el poder meter la pata. Sienten que han de ponderar las cosas para tomar decisiones correctas. Cuando se produce esta tendencia, pueden bloquearse mucho poniendo a prueba todo el tiempo a las parejas que van conociendo. Especialmente a aquellas que ven que duran más las relaciones y adquieren más compromisos. Fácilmente ponen trabas, observan contradicciones, maneras de comportarse con su familia, si se bloquea ante las adversidades… Si no se cuestionan estos modos de enfrentarse a la necesidad de certeza, lo normal es que las relaciones se compliquen y que de manera repetida finalicen sin llegar nunca a satisfacer del todo sus expectativas. Meto la pata…

 

Contexto: relación de pareja.

Tendencia de fábrica: necesidad elevada de relaciones sexuales con la pareja.

Como en el ejemplo 5, si la inercia de uno de los miembros de la pareja es a desear con mucha frecuencia tener relaciones sexuales, y la otra no, producirá un desajuste y bastates problemas en la comunicación. Cuando esta necesidad sexual viene condicionada “de fábrica”, hace a estas personas más insistentes y coactivas con sus parejas, y eso en lugar de potenciar su meta les distancia más de conseguirlo. Las parejas se bloquean y sienten menos deseo. Cuando esta necesidad  de sexo es menor, no se plantean este tipo de malestares, haciendo que probablemente aparezcan otros.

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