Y añadiría… ¿Por qué lo siento? Encontrar la causa por la que me siento de un modo determinado en complicado. Para ser exactos es complicado aunque para algunas personas lo es más que para otras. A veces las palabras no se conectan bien con emociones, bien porque dejan matices fuera, o bien por tener demasiados y no saber cómo matizarlo.

Tener una buena capacidad para definir las emociones ayuda a tener mas éxito social, y por extensión también en otras muchas áreas de la vida.

 

Me cuesta describir lo que siento

Las habilidades de cada persona para expresar sentimientos es muy variable. Hay personas que aprenden de sus padres y amigos a expresar sus sentimientos, a darles forma, a identificar soluciones y a hacer peticiones concretas. Esta habilidad es como un escudo contra la depresión y la ansiedad. Permite poner palabras a las emociones. Permite que las ideas se puedan categorizar y analizar para que podamos resolver o aceptar lo que nos pasa. Cuando esta habilidad no se posee o está poco desarrollada, hay que esforzarse en conseguirla. La vida mejora… mucho.

Cuando la dificultad para describir lo que se siente es muy elevada hablamos incluso de un trastorno llamado alexitimia. Las personas con este problema no son capaces de definir sus necesidades e incluso les resulta difícil identificar claramente las de los demás. Reciben muchos estímulos pero les cuesta discernir cuáles son los más relevantes y qué significados hay detrás. Muchas veces es la falta de práctica, o aprendizaje a lo largo de la vida lo que está detrás de este trastorno. También es posible que pueda producirse como consecuencia de una vivencia impactante que deje una huella en forma de estrés postraumático, también por un trastorno depresivo, a veces basta con tener baja autoestima, e incluso puede producirse por trastornos de origen neurológico.

 

Aprender a leer las emociones de otras personas

No todo el mundo sabe trasmitir sus emociones o sabe leer las emociones de los demás. Hay personas muy comunicativas, que emplean mucho el lenguaje no verbal, gesticulan, cambian los tonos de voz, buscan la mirada directamente… Sin embargo otras personas muestran menos matices en su comunicación. Del mismo modo el que recibe la información puede ser mejor o peor lector en función de aspectos como el interés por descifrar lo que el otro siente o quiere, unido a la habilidad que se haya ido generando al observar emociones en otras personas.

 

 

En el plano neurológico hay que destacar la existencia de un tipo de neuronas, llamadas neuronas espejo que sabemos que están asociadas a la capacidad para ponernos en el lugar del otro, es decir para ser empáticos. No todo el mundo es capaz de activar estas neuronas con la misma intensidad, lo que es una demostración más de que no todo el mundo tiene la misma empatía.

Las neuronas espejo funcionan de la siguiente manera: cuando alguien se pasa la mano por el pelo, por ejemplo, yo activo las mismas neuronas que el otro al ver cómo lo hace. Esta capacidad nos permite vivir experiencias que otros están viviendo, potenciando la capacidad de aprendizaje sin necesidad de vivir propiamente esa situación. A nivel evolutivo, esto permite exponerse a menos peligros, sin dejar de aprender soluciones a éstos. También nos permite ayudar a otras personas y evolucionar como sociedad más rápidamente. En nuestra sociedad moderna, las neuronas espejo nos permiten disfrutar de los éxitos de un piloto de carreras o de un equipo de fútbol.

 

Empatía

Según se describe en varios estudios, las personas con mayor sentido del olfato, tienen mayor capacidad empática. Además las mujeres suelen contar con un mayor número de neuronas espejo.

Otro condicionante químico a la hora de predecir la empatía y la capacidad para identificar las emociones es la oxitocina, conocida como la hormona del vínculo. Aquellas personas con niveles altos de oxitocina, desarrollan mayor capacidad para ponerse en el lugar del otro.

Recientemente se ha publicado un estudio dirigido por el Dr. Luke Chang, en el que se estudian las emociones desde su huella neuronal. Los escáneres cerebrales pueden leer las emociones humanas con un 90% de precisión, según  este estudio.

Los investigadores han sido capaces de predecir la intensidad de las emociones negativas ante una imagen determinada. Descubrieron que las emociones negativas tienen una «firma neuronal» legible por medio de un análisis informático. Este estudio ayuda a comprender mejor cómo se generan las emociones, y contribuye al estudio de respuestas emocionales anormales en intensidad o duración. Permite determinar una medida estandarizada para poder comparar a diferentes personas. Además al detectar las emociones negativas puede ayudar a hacer diagnósticos procesos de depresión, ansiedad y otros problemas de salud general.

 

Algunos apuntes sobre comunicación no verbal

Veamos de qué manera influyen algunos gestos o posturas en la relación con los demás y qué información aporta:

 

Postura del Cuerpo.

  • La inclinación del cuerpo hacia delante indica acercamiento y atención.
  • Cuando el cuerpo se aparta del otro puede implicar rechazo.
  • Con la cabeza flexionada sobre el tronco y las espaldas caídas puede entenderse tristeza.

La Sonrisa

La sonrisa cumple varias funciones, una mostrar cercanía e incluso ayuda a entender que el comportamiento no es amenazante; otra, es transmitir felicidad.

En cuanto a la mirada, sus funciones son muy diversas: expresión de actitudes interpersonales, recoger información del otro, regular el flujo de la información entre los interlocutores, establecer y consolidar jerarquías entre los individuos, manifestación de conductas de poder sobre otros, desencadenar conductas de cortejo, expresión del grado de atención mostrada por el otro e indicar el grado de implicación en lo que se hace o dice.

Una mirada directa es una conducta con alta probabilidad de atraer la atención incluso a distancia, implica un fuerte componente emocional y afectivo (como la expresión de agresividad).

 

La Mirada.

Para valorar estas cuestiones se hizo el siguiente experimento: los investigadores se colocaron junto a otros coches en espera de la luz verde de un semáforo, mirando entonces al otro conductor, unas veces distraídamente otras fijamente. Los resultados mostraron que los conductores que eran mirados fijamente arrancaban más rápidamente al encenderse la luz verde que los otros. Posteriormente y para eliminar la posibilidad del “pique” entre vehículos, el cómplice se situó de pie en la esquina de una calle de dirección única, mirando a los conductores de las dos formas anteriores. De nuevo los más fijamente mirados tardaban menos en arrancar que los no mirados. Incluso repitiendo el experimento con personas que iban a cruzar la calle el resultado fue el mismo: los mirados cruzaban antes. Cuando se introdujo el factor sonrisa, la huida de la situación por parte de las personas miradas disminuyó (excepto en personas del mismo sexo que el cómplice).

Juzgamos al otro por la distancia que mantiene al hablar o por los gestos, o por cómo mira. La comunicación no verbal es la responsable de que una persona que apenas conocemos nos caiga bien o mal. Quizás si valoramos esta realidad nos demos cuenta de la cantidad de gestos, movimientos, tartamudeos, bloqueos, etcétera que están presentes al hablar y que hasta ahora no dábamos importancia.

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