De la literatura se han sacado algunos síndromes famosos que se han asumido desde la psicología, aunque no haya un diagnóstico como trastorno.

El síndrome de Wendy hace referencia a la necesidad de cuidar y satisfacer las necesidades de los demás por encima de las propias, como intento de no ser rechazados, haciéndose imprescindible y asumiendo las responsabilidades ajenas. Lo que casa muy bien con una persona inmadura que no se hace cargo de sus responsabilidades adultas (lo que comúnmente se conoce como un Peter Pan).

 

¿Igual en hombres que en mujeres?

Incluso en nuestra época es más frecuente en mujeres, por la educación cultural como cuidadoras y multitarea. Pero con los cambios sociales y de roles de las últimas décadas, se observa bastante en hombres. Suele venir explicado por ausencia de figuras paternas y tener que haber asumido responsabilidades adultas desde la infancia. Está asociando respeto y aceptación con satisfacer las necesidades ajenas, y normalizando el desentenderse de las propias. No se hace por controlar al otro o por reconocimiento, sino como una manera de entender el amor, como sacrificio y abnegación.

Todo ello desemboca en una agotadora carrera por estar pendiente del otro. Suele no valorarse este esfuerzo y cada vez se exige más, lo que puede acabar por “quemar” a Wendy, saturada de responsabilidades. No puede cumplir con su función de cuidadora y se siente culpable antes de notar que se ha olvidado de cuidarse, y note un vacío emocional.

 

Síndrome de Wendy

 

Síndrome de Wendy, entornos en los que aparece

Este tipo de relaciones, aunque se da con los hijos, es especialmente dañina en pareja, ya que no hay equilibrio, se convierte en una relación maternal, en vez de entre iguales. No hay sensación de poder contar con el “ayudado”, y éste concibe a su pareja como un ayudante, no alguien a quien corresponder igualitariamente.

Para salir de este problema hay que trabajar la autoestima y la asertividad. Hay que modificar las creencias respecto al amor y la responsabilidad de cada uno en su propia vida y felicidad. Hay que romper la idea de que para no ser rechazados o abandonados hay que cuidar y complacer las necesidades de la otra persona. Lograr sentirse cómodas con la dedicación al autocuidado y a que la pareja también satisfaga necesidades ajenas y cuide de manera recíproca y no unilateral.

 

Agravantes

Si la pareja tiene el síndrome de Peter Pan costará más salir de este círculo vicioso porque son estilos que se complementan. Pero si la pareja simplemente se ha acomodado a recibir cuidados, posiblemente reciba el cambio con agrado, al poder sentirse útil en resolverse sus tareas y en poder corresponder y cuidar a su vez.

Posiblemente hará falta trabajar en terapia de pareja los cambios en roles y asumir nuevas funciones y estilo de relación, cuidando no confirmar el miedo de abandono y rechazo si no se cuida y satisface al otro.

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