«Tengo miedo a ser un fraude». Esta frase la oigo con bastante frecuencia en la consulta. En esencia el síndrome del impostor puede resumirse en el miedo a ser un fraude.  Es muy frecuente en personas con reconocimiento y éxito social. Tienen percepción de que están al límite su capacidad para hacer bien las cosas. El miedo a ser un fraude puede generalizarse hacia todas las áreas de la vida, pero suele estar estrechamente relacionada con el ámbito laboral.

Este miedo está marcado por la sensación de haber llegado muy alto y que en cualquier momento alguien se dará cuenta de que no es merecido. Verán las carencias, inseguridades o defectos y cuando salgan a la luz todos se darán cuenta de que no merecía estar donde está. Cualquiera que se sienta de este modo acumula ansiedad debido a que la alerta está mantenida todo el día intentando evitar que se produzca el momento de la decepción.

 

El miedo a ser un fraude es más frecuente en gente con reconocimiento y éxito

 

Cuando alguien teme ser pillado y que se descubra que es un engaño o un fraude, suele ser consecuencia de que:

  1. Es cierto.
  2. Se teme mucho perder lo que ha alcanzado.
  3. Los niveles de exigencia son muy altos y se unen a la tendencia a la autocrítica como manera principal para conseguir exigirse durante más tiempo.

Para el primer caso, no habría mucho que decir… La ansiedad sería una consecuencia muy lógica. En el segundo, podemos hablar de un conjunto de síntomas que manifiestan las personas que en su trabajo, desean a toda costa alejarse de la posibilidad de perder sus atribuciones, resposabilidades y en último extremo también su puesto de trabajo. A veces la amenaza propicia una sensación de alerta constante, y una lucha activa para que el temor no se haga realidad. Un porcentaje de estas personas, se defienden intentando no compartir información e incluso boicoteando el crecimiento profesional de subordinados y compañeros. Aquí es en donde podemos hablar del síndrome de cronos, o el miedo a ser destronado.

 

impostor

 

Huyen del fracaso, y en su huida suelen encontrar el éxito (ante su perplejidad e incredulidad

 

Para la tercera razón habría que mencionar otro síndrome, el síndrome del impostor. Antes de explicar a lo que me refiero hay que aclarar que estas tres razones pueden ser sumatorias, y no necesariamente son excluyentes. Este síndrome está caracterizado por la necesidad de quien lo padece a demostrar constantemente que está a la altura. Siente que el éxito es algo fugaz y que durará sólo hasta que en el próximo reto haga algo mal y “la cague”. Considera que el éxito que pueda haber conseguido es solo fruto de la casualidad, la suerte y es sólo un hecho temporal. Normalmente son personas que están muy centradas en hacerlo lo mejor posible, incluso dejando otras cosas de lado, pero no por el reconocimiento o el disfrute de hacerlo bien, sino por el miedo a no hacerlo suficientemente bien. Huyen del fracaso, y en su huida suelen encontrar el éxito (ante su perplejidad e incredulidad).

 

A las personas con miedo a defraudar les resulta muy difícil ser conscientes de sus cualidades e incluso, cuando son evidente

 

Sinónimos para hablar de lo mismo serían: afrontar el fracaso, ansiedad laboral, autoculpabilización, fracaso, miedo a fracasar, miedo a no estar a la altura, miedo a ser un impostor, miedo al fracaso, ser un impostor, síndrome de cronos, síndrome del impostor. En cualquier caso hablamos de personas autoexigentes con una deseabilidad social elevada. La autocrítica y la culpa (la autoculpabilización) son el principal motor para no dejarse descansar y exigirse no fracasar. El resultado final más frecuente es el de que la autoestima se debilite y que por esa misma razón aún se vean más mediocres y necesitados de demostrar que no son un fraude.

 

 

A las personas con miedo a defraudar les resulta muy difícil ser conscientes de sus cualidades e incluso, cuando son evidentes, tienden a devaluarlas y a evitar destacar por ello (en el artículo sobre los halagos profundizo más sobre este tema). Por esa razón les cuesta aceptar halagos abiertamente. Suelen declinarlos mostrando que no es para tanto lo que han conseguido. En su fuero interno solo tienen ojos para describir lo que les falta, lo que aún no han hecho, las habilidades que no tienen…

Las personas con miedo a defraudar suelen ser personas con buena capacidad empática, incluso diría que excesiva. En ocasiones les lleva a ser tan conscientes de lo que los demás piensan o sienten que les hace ser más duros consigo mismo de lo necesario. Con frecuencia obtienen bastante recompensa emocional cuando ayudan a otras personas, se sienten bien dando y no es raro que lo hagan de más. Potencian a menudo que alguna de las personas que le rodean de manera cercana puede abusar de su generosidad y a menudo de su falta de freno a las peticiones de los demás.

 

Un mono a los mandos de la Nave

 

En consulta, suelen venir personas con este problema, más por los efectos secundarios de ser como son y no tanto por ser conscientes del efecto devastador de su miedo a ser un fracaso o a ser un impostor. En cualquier caso aquellos que sí toman conciencia de este miedo y de sus manifestaciones suelen ser más capaces de avanzar y modificar su situación.

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