El duelo en general suele ser un tema bastante tabú, del que muchas personas prefieren no hablar o evitarlo. Sin embargo, es algo bastante habitual en la vida de los niños, ya que, incluso siendo muy pequeños es muy normal experimentar pérdidas de seres queridos, como abuelos o incluso mascotas. De hecho, a lo largo de la vida de los niños suceden diferentes cambios muy significativos a los que deben aprender a adaptarse, como cambios en las amistades, en las relaciones familiares, etc.
Probablemente debido en parte a esa evitación del tema o a no saber cómo afrontarlo, pueden surgir multitud de ideas o creencias erróneas en cuanto al duelo infantil. Vamos a ver aquí algunas de las más comunes.
El niño no entiende lo que está sucediendo
Muchas veces pensamos que, por ser niños, no entienden lo que ha sucedido, pero esto no es así. Independientemente de la edad, los niños se darán cuenta de que algo ha cambiado en su contexto o que las personas de su alrededor se comportan de forma diferente. Por supuesto, eso no quiere decir que comprendan la situación de la misma forma que un adulto, ya que, dependiendo de su madurez cognitiva, entenderán la muerte de formas diferentes. A pesar de ello, debemos ayudarles a afrontarlo y guiarles en el proceso de duelo.
Es mejor no hablar del tema y disimular para que no sufra
La idea de ver sufrir a los niños nos puede hacer tomar decisiones erróneas que pueden acabar conllevando consecuencias aún peores. Es habitual pensar que, si protegemos a los niños de situaciones dolorosas, conseguirán ser más felices.
En primer lugar, es imposible evitar que vivan en algún momento situaciones de sufrimiento, y realmente es inútil pretender evitárselo. Y, en segundo lugar, si lo hacemos, lo que conseguiremos es que no desarrollen las habilidades y experiencias necesarias para afrontar adecuadamente situaciones dolorosas o traumáticas. Además, tratar de disimular o fingir que no pasa nada o que no estamos afectados por la pérdida, tampoco va a ayudar a los niños. Más bien les estamos enseñando a que oculten ellos mismos sus emociones, tratando de parecerse a los adultos.
Los niños no deben ir al tanatorio ni al funeral
Esta idea nace con la misma intención que la anterior: tratar de proteger a los niños del dolor y el sufrimiento. Pero, al igual que anteriormente, lo que realmente vamos a conseguir es privarles de la posibilidad de elaborar el duelo adecuadamente o de participar en la despedida. Estas situaciones, de hecho, pueden ser bastante beneficiosas para el duelo de los niños, ya que se sentirán incluidos en el proceso y la familia, recibirán apoyo social y ayudará reformar la imagen y el recuerdo del fallecido.
Muchas veces pensamos que participar en algo así o ver al fallecido, va a traumatizar a los niños, pero nada más lejos de la realidad. En cualquier caso, si suele ser recomendable hablar con los niños de qué se van a encontrar y qué es lo que va a ocurrir, para reducir el posible impacto, y estar con ellos para responder cualquier pregunta o duda. duelo infantil
El duelo infantil durará aproximadamente un año
Ya sean seis meses, un año o más, a veces tenemos la idea de que un duelo tiene que durar un tiempo determinado, o que lo “normal” es que pasados unos meses una persona ya tenga que encontrarse perfectamente.
En el caso de los niños pasa exactamente igual. Y es que cada persona puede tener un duelo con una duración diferente a los demás, ello no implica necesariamente ningún problema importante. De hecho, muchas veces los niños tienen un duelo mucho más corto que los adultos, y se suelen adaptar a la nueva situación mucho más rápido. A pesar de ello, si un niño después de un tiempo sigue mostrando tristeza, sentimientos de vacío, ira, etc., lo que más necesita es apoyo y empatía por parte de las personas más cercanas. Esa ayuda que le demos puede ser muy importante en el caso de los niños, ya que si el duelo está generando más problemas de lo que esperamos, puede acabar afectando a diversas áreas de su vida, como los estudios por ejemplo, generando a veces muchas más repercusiones que en comparación a un adulto.
Psicólogo general sanitario
Graduado en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.
Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Europea de Madrid.
Especialista en Terapia Cognitivo-Conductual en la Infancia y Adolescencia por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Máster en Intervención Multidisciplinar para Trastornos Alimentarios, Trastornos de la Personalidad y Trastornos Emocionales por la Universidad de Valencia.
Colegiado M-31888.