El Doctor en Psicología Alfonso Alonso, nos explicará más a fondo en qué consiste dicho triángulo dramático. Nos describirá mejor los roles que lo forman.También nos ayudará a identificar las señales de alarma que debemos tener en cuenta, y a conocer las soluciones que tenemos a nuestro alcance para poder salir de él.
En 1968, el psicólogo transaccional Stephen Karpman escribió un artículo llamado «Fairy Tales and Script Drama Analysis». En él explicaba que las relaciones humanas pueden caer en un triángulo tóxico, donde una o varias personas ejercen el rol de víctima, perseguidor y salvador. Así es como nacía uno de los modelos psicológico y social de la interacción humana más importantes de la psicología.
“Hay casos donde el nivel de exigencia es muy alto, y la tolerancia a la frustración mínima”
Alfonso, cuando acuden a tu consulta en busca de terapia y descubres que están atrapados en el triángulo dramático ¿cómo se lo explicas?
Básicamente se lo dibujo. Señalando en los vértices la S de salvador, la V de víctima y la P de perseguidor. En ocasiones, las personas tienen diálogos internos donde adquieren los tres roles. Otras veces cada persona desempeña uno. Procuro ir explicándoles todo con ejemplos. Lo importante es saber cuando aplicar el triángulo dramático y dar la solución.
Hace poco estuve con cuatro personas a las que pregunté qué tanto por ciento estaban utilizando de cada rol. Al responderme, iban asumiendo el papel que estaban adoptando para después conseguir lo que es el beneficio. Por ejemplo, si eres víctima es necesario que lo cambies por un modelo mucho más responsable y vulnerable. De esta forma, dejarán de sentirse una marioneta y ganarán empoderamiento.
¿Nos podrías explicar el triángulo con un ejemplo para que nos quede más claro?
Imagina a un padre que persigue a su hijo para que recoja la habitación. No consigue que lo haga, y al final es el propio padre quien la recoge. En ese momento, el peso del mundo cae sobre ese padre que se siente salvador y continúa persiguiendo, pero en el fondo se ve como una víctima porque no le hacen caso.
¿Es frecuente que una sola persona cargue con los tres roles?
Es que este triángulo dramático invita a eso. Cuando eres víctima, también eres perseguidor y salvador al mismo tiempo. Esta conducta lo retroalimenta. La solución siempre será dejar de ejecutar, sentir y vivir ese tipo de conductas.
¿Las personas que acuden a terapia suelen reaccionar bien cuando les explicas que pueden estar ejerciendo alguno de los roles, inclusos los tres, que forman el triángulo de Karpman?
Hay de todo. El que viene de verdad con ganas de cambiar porque su sufrimiento es muy grande, muestra una actitud mucho más positiva. Cuando lo que busca es que el otro cambie, su intención es que el psicólogo le apoye para hacer frente común ante la otra persona. Ahí no hay voluntad de cambio, sino exigencia de cambio hacia el otro. En este caso, no se puede avanzar porque se sigue manteniendo en la postura del victimismo y pretende que el psicólogo se ponga de su parte. Sinceramente, no es lo más común. Aunque sí hay casos donde el nivel de exigencia es muy alto, y la tolerancia a la frustración mínima.
“Cuando les dices que las cosas se pueden hacer de otra forma, te responden que no pueden cambiar. Ese es el momento para trabajar con las etiquetas”
Alfonso, es posible que muchos hayan visto este tipo de modelo interrelacional desde pequeños y por lo tanto lo han normalizándolo. ¿Se puede conseguir que cambien?
Piensa que tiene mucho que ver con la identidad, con cómo se define esa persona a sí misma. Está vinculado a sus principios, a sus valores y a su moral. Cuando les dices que las cosas se pueden hacer de otra forma, te responden que no pueden cambiar. Ese es el momento para trabajar con las etiquetas. Se las pones delante y le planteas preguntas que le hagan reflexionar. Esos pequeños movimientos, pero muy alineados con ese concepto de identidad el cual no hay que tocar en muchas ocasiones, hará que empiecen a producirse cambios en su interior. Indudablemente, en el momento en el que esto suceda, la relación con el otro también va a empezar a cambiar.
Si yo digo que salir del triángulo dramático es posible pero muy lento… ¿Estoy diciendo algo que es verdad?
Puede ser que sí o que no. Si durante un año te digo todos los días que aprendas a tocar la guitarra porque la tienes a tu lado y además te voy a dar clases magistrales, si no practicas no lo conseguirás. Si te digo que hay que hacer ciertas cosas,y tú empiezas a hacerlas en ese momento, la evolución va más rápida. Al final, es una decisión personal.
Con la pandemia, hemos tenido que hacer mucha más vida en el hogar ¿se ha incrementado la visita de familias o parejas a tu consulta al darse cuenta de que algo fallaba en su convivencia?
Sí. La sensación de hartazgo es muy grande, y a eso súmale la incertidumbre. Las personas nos movemos por retos, la motivación nace dentro y sale fuera. Si tú analizas la situación de ahora, es el caldo de cultivo perfecto para entrar en el victimismo, y sobre todo, en el rol de perseguidor. Y la conducta salvadora vendría a colación de todo esto.
Es un componente complejo, muy psicológico, porque no sabes contra qué estás luchando. Al final descubrimos que es contra uno mismo. Si convives con alguien, no sabes si es el otro el que está haciendo la faena o eres tú el que provoca que la relación se esté contaminando. Hay muchos factores en juego.
Y por último Alfonso ¿cuáles son las señales de alarma a las que tenemos que estar atentos y entonces plantearnos acudir al terapeuta?
El nivel de tolerancia de cada persona es diferente. Lo que está claro es que cuando uno empieza a notar que hay sufrimiento, y además te sientes indefenso porque ya no sabes qué hacer, es el momento de pedir ayuda. Lo interesante es no llegar a tal nivel de desesperación, y actuar en cuanto la alarma empiece a hacer ruido.