Creo que vas a sorprenderte al ver lo frecuente que es cometer estos errores, y el malestar tan grande que acaban ocasionando.  Deja que le dé algo de emoción y enseguida te cuento cuáles son.

Ante las situaciones de convivencia con otras personas se dan a menudo situaciones de malestar y decepción por cómo actúan los demás. Lo normal es que estas circunstancias precipiten la aparición de los 3 roles diferentes. Cuando alguien usa uno de ellos, es fácil que aparezcan los otros dos. Aquí empiezan los problemas. En este artículo hablaremos de esos roles, y resaltaré las alternativas que tenemos y el beneficio que puede reportarnos salirnos de este triángulo. Pero antes de nada veamos los dos errores en la relación con los demás: son cuidar de más, y/o culpar a los otros de nuestro malestar para que cambien.

Veamos en qué consisten los roles que nos complican la vida, y no siempre somos capaces de identificarlo:

 

1 unoSalvador

Lo tomamos cuando nos hacemos cargo de alguien sin darle margen a decidir, cuando socorremos, dando “todo resuelto” o haciendo cosas que no queremos para nosotros mismos con tal de no molestar a la otra persona o hacerla sentir mal, aislando así lo que sentimos. El salvador se suele enfocar en que alguien que esté mal no sufra, pero también se enfoca en que las personas que tienen pegas, enfado o se sienten molestas por lo que se hace mal, no tengan que sentirse de ese modo. En ambos casos se suelen adelantar a las necesidades del otro para que «todo fluya correctamente».

 

2 dosVíctima

Tenemos este rol cuando nos sentimos heridos por el comportamiento de alguien con la sensación o frustración de no poder cambiar ese sentimiento y esa situación. Nos sentimos “víctimas” de esa persona. Este rol no hace alusión a las personas que van dando pena y se quejan a por todo. No es necesario «ir de victima» para que estemos adoptando este rol. Cualquiera puede estar aquí, cuando está mostrando insistentemente que le han tratado mal, que no se merece una respuesta, o que se le ignore, o no le haya ayudado (siendo que él sí lo hizo), etc.

Cuando nos comunicamos especialmente con este rol, lo que nos ocurre es que nos centramos en la idea de que si el otro entiende nuestra necesidad, entonces acabará cambiando y hará lo que le pedimos. Lo normal es que eso nos lleve a querer insistir, a enfadarnos, o también a querer demostrar todo el tiempo que nosotros sí hacemos bien las cosas. Esta última estrategia para cambiar a los demás, me recuerda a una frase que me hace bastante gracia: «esperar que la vida te trate bien porque eres buena persona, es como esperar que un tigre no te ataque porque eres vegetariano» (Bruce Lee)

 

3 tresPerseguidor

Es cuando coaccionamos a la otra persona para que haga lo que consideramos mejor, es decir, tras haberle dicho lo que tiene que hacer y viendo que no lo hace insistimos y controlamos hasta que conseguimos que lleve a cabo las conductas que se han indicado.

 

triángulo dramático karpman

 

Estos roles no son estáticos. Cada persona tiene tendencia a encuadrarse más en una de las tres opciones, pero es posible alternar las posiciones en función del nivel de malestar, del cansancio, de la ilusión, del nivel de empatía…

Podemos decir que este triángulo lo complica todo por dos razones principales: uno, es la de que creemos que el otro deberá hacer un cambio, y dos creemos que si le damos o explicamos todo lo que el otro espera, seguro que todo cambiará.

La primera razón se potencia, bien porque tus creencias y valores te dicen que así debe ser, o bien porque estas enfadado o dañado, y lo que esperas es que el otro cambie.

La segunda opción se da cuando nos gusta ayudar y esforzarnos para conseguir bienestar en los demás. A veces esta manera de estar bien no nos deja calibrar el esfuerzo y el resultado, repitiendo la misma actitud sin obtener un cambio en el otro.

 

Alternativas para no quedarnos atrapados en el triángulo:

Cuidar de más y culpar a los otros de nuestro mañestar con la expectativa de que cambien precipitan tristeza, ansiedad, rupturas, peleas… Vamos a ver ejemplos de situaciones para ayudarte a aplicar soluciones en tu vida. Lo que nos pide la intuición es seguir el triángulo, pero veamos formas de salirnos de él. A ver qué tal soy capaz de explicarlo con estos ejemplos

 

SITUACIÓN 1:

Tu hijo de 15 años se enfada con frecuencia, considera que eres injusto y que siempre le estas castigando. Tu hijo quiere que cambies tu comportamiento mostrándote cómo le estás dañando. Haciéndote ver que eres injusto. Reclama para sí el vértice de la víctima. Si tú no respondes a lo que te pide, puede redoblar su queja, tratarte con desprecio, ignorarte, meterse en su habitación durante horas… Espera a que reacciones, ocupes el rol de salvador y le quites su malestar haciendo «lo que tienes que hacer» para que se sienta mejor.

Si en algún punto te ofenden su actitudes, entonces será cuando tú puedes reclamar el rol de víctima. Decides mostrarle que estas harto y que es excesivo lo que hace. Si esto ocurre los dos vais a pelear por tener el mismo rol, y lo normal es que eso solo produzca más conflicto y pocas soluciones. Aquí ganaría supuestamente el que demuestre al otro que se siente peor, y consiga que se dé cuenta de que está actuando mal… La realildad es que por aquí no se llega a ninguna parte.

Hay que entender que tu hijo se siente víctima, da igual que sea injusto y nada cierto para ti. Lo importante es no salvarlo ni echarlo de su rol ocupándolo tú. No es lo que apetece, ya que aparentemente el camino más corto hacia la calma es tu enfado. La otra opción es dejar que viva con su rol, y no darle soluciones.

Si le has quitado el uso del móvil, por ejemplo, seguirá siendo así hasta que lo decidas. Su enfado y mostrar que se siente mal no es lo que va a variar la situación. Hay que dejar que se quede en la habitación, dejar que no se duche, que no colabore poniendo la mesa… pero no hay que darle las ventajas de quien sí se ha esforzado, o se comporta de la manera adecuada. Dejaremos que esté una tarde, o unas semanas incluso, en su rol de víctima. La clave es que se le explique que puede participar en actividades, hacer cosas juntos… pero con las pautas que se le han dado.  Cuando las cumpla tendrá su recompensa. No se deberán potenciar beneficios de no querer colaborar, pero sobre todo no le salves.

Aquí podrás ver artículos de este sitio web sobre adolescentes

 

 

SITUACIÓN 2:

Estás enfadado porque tu pareja no colabora en casa como debería. Cuanto más evidente es el que tu pareja debiera comportarse de otra forma, más enfadado te puedes sentir. El enfado nos lleva fácilmente a la posición de víctima, nos hace difícil el aceptar los puntos de partida del otro y nos potencia conductas de presión para que se dé el cambio. Se le persigue al otro para que haga lo que parece que es lógico, o lo que ha dicho en algún momento que iba a hacer.

En estos casos, la clave está en valorar si de verdad el otro quiere hacer lo que yo quiero. Si no está convencido, o es solo para que no haya conflicto, tendrás que perseguir todo el tiempo, mostrando que eres víctima, es decir que te hace daño… Eso solo se resolverá cuando el otro quiera salvarte, pero no tengo claro que se pueda alargar en el tiempo sin problema.

Yo creo que la mejor solución a esta situación es que en primer en lugar tu asumas que la necesidad es tuya. No de tu pareja. Tú necesitas el orden, o la limpieza. Si el otro quiere hacer tareas para conseguirlo, seria genial. Es el momento de hacerle ver que es una manera de quererte que te encantaría. También puede llegar a ser el momento de aceptar que el otro no quiere. Lo malo es que esto último te va a obligar a contar solo contigo en este tema, o asumir que esto puede precipitar una ruptura. El hecho de que no quieras llegar a ese extremo, no va a hacer que él o ella cambie, solo te llevará a seguir potenciando tu posición de víctima.

Lo mejor de asumir tu responsabilidad sobre cómo te sientes, es que esto puede hacer que te sientas genial cuando haga algo para que tengas la casa más a tu gusto. ¡Será un acto de amor, en lugar de sentirte ofendido cada vez que no ha hecho lo que debía!

Así pues, no estoy diciendo que todo vale, estoy diciendo: «se realista. Piensa lo que tienes, no lo que deberías tener» Esto fastidia al principio pero establece relaciones muy fuertes y maduras.

 

 

SITUACIÓN 3:

Tu compañero de trabajo no hace tantas tareas como tú aun cuando es su obligación. No quieres conflictos e intentas que lo entienda. Le explicas que es importante acabar las tareas, y que el jefe ha dicho que deben estar para hoy. Que todo esto sea cierto no implica que el otro lo entienda, o que aunque lo haga, esté dispuesto a hacer lo que tu consideras que debe hacer. SI te centras en que debe hacer lo que se ha dicho, es fácil que crezca el enfado. En sí eso no parece que sea un problema.

Lo malo sería optar por perseguir o mostrarle el daño que produce su comportamiento. Enfocarnos en este hace que solo nos sintamos bien cuando el otro cambie. Otra opción es hacer nuestra tarea y afrontar que van a haber consecuencias derivadas de su dejadez. No serán apetecibles, pero por el momento serán inevitables. Tocará vivir con ellas, ya que es lo que la otra persona ha decidido. Habrá retraso en la entrega de tareas, se te puede acusar a ti de que no se hacen bien las cosas, pueden surgir conflictos con clientes o compañeros… En cualquier caso el buscar que el otro entienda lo que está haciendo, o que quiera salvarte no tiene porque ser viable, ni aportar una solución realista.

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