Un consejo psicológico no suele ser mágico. Siempre requiere de colaboración por parte de la persona para que se obtengan buenos resultados. En esta ocasión vamos a ver cómo una tarea puede ser de gran ayuda para un sinfín de malestares y bloqueos que cualquiera puede sufrir. Este consejo te ayudará para:
- Combatir el enfado o la decepción con los demás.
- Conseguir saber lo que me gusta.
- Ponerte en valor.
- Subir la autoestima.
Quizás cuando oigas lo que te propongo lo veas como algo poco importante, pero créeme que lo es. Voy a tratar de explicarlo, pero el el consejo es pide. Pedir es algo que tiene ventajas y bastantes inconvenientes, y son estos últimos los que hacen difícil a pedir.
El consejo psicológico es: Pedir
Hagamos un balance rápido y luego veamos más en detalle lo que está implicado con el hecho de pedir o no pedir:
- Pedir puede generar rechazo en el otro.
- Puede generar conflicto.
- Pedir ayuda a que los demás sepan lo que quieres y facilitas que te lo den.
- Te ayuda a delegar
- Potencia el ponerse en el lugar del otro y ver la mejor manera para conseguir lo que necesitamos.
- Reduce la rabia o enfado hacia otras personas. Nos ayuda a no esperar que los demás nos den solo porque lo necesitamos. Es fácil culpar a los demás por no saber lo que quieres por sí solos.
- Pedir te pone en valor, y favorece el que los demás sepan que quieres para poder dártelo más fácilmente.
- Pedir implica contraer una deuda… Pero no de sangre.
- Si no se pide se evitan conflictos y tensiones que pueden no ser necesarias, pero se tiene buena valoración social gracias a ser adaptable y poco problemático.
- Si no se pide cada vez es mayor la dificultad para descubrir qué gusta y que no. No pedir habitualmente hace que necesitemos una gran razón para pedir lo que apetece o se desea. Si no se tiene es fácil intentar convencerse de que se puede dejar para otro momento, o para cuando los otros también quieran. Potencia la sumisión.
- No comunicar cuáles son las necesidades de cada uno hace que los demás no puedan identificar cuáles son, y por tanto tampoco tendrán la oportunidad de intentar agradarnos. La consecuencia suele ser el que los otros crean que no necesitamos nada, y/o que las relaciones se vayan enfriando por falta de ilusión y complicidad con amigos o pareja.
- Si no se pide es más fácil devaluarse uno mismo y empeorar la imagen que tienen los demás. No opinar, no negociar necesidades, hace que los demás crean que no existen esas necesidades y que cuando uno se adapta es por le nace, no se tiene en cuenta. «Es lo normal». Al fin y al cabo es como cuando un producto está de oferta durante muchos meses, quien lo compra ya no asume que tiene suerte, piensa que es precio real del producto. Puede pensar que antes pedían más por lo mismo, pero ahora es lo que vale.
- Tendencia a la pasividad, y a la falta de motivación para planificar y realizar planes de ocio, liderar proyectos, y por añadidura, apatía, anhedonia, e incluso tristeza y desilusión.
Si no se pide:
1.- Se evitan conflictos y tensiones que pueden no ser necesarias, pero se tiene buena valoración social gracias a ser adaptable y poco problemático.
2.- Si no se pide cada vez es mayor la dificultad para descubrir qué gusta y que no. No pedir habitualmente hace que necesitemos una gran razón para pedir lo que apetece o se desea. Si no se tiene es fácil intentar convencerse de que se puede dejar para otro momento, o para cuando los otros también quieran. Potencia la sumisión.
3.- No comunicar cuáles son las necesidades de cada uno hace que los demás no puedan identificar cuáles son, y por tanto tampoco tendrán la oportunidad de intentar agradarnos. La consecuencia suele ser el que los otros crean que no necesitamos nada, y/o que las relaciones se vayan enfriando por falta de ilusión y complicidad con amigos o pareja.
4.- Devaluación de uno mismo y de la imagen que tienen los demás. No opinar, no negociar necesidades, hace que los demás crean que no existen esas necesidades y que cuando uno se adapta es por le nace, no se tiene en cuenta. “Es lo normal”. Al fin y al cabo es como cuando un producto está de oferta durante muchos meses, quien lo compra ya no asume que tiene suerte, piensa que es precio real del producto. Puede pensar que antes pedían más por lo mismo, pero ahora es lo que vale.
5.- Tendencia a la pasividad, y a la falta de motivación para planificar y realizar planes de ocio, liderar proyectos, y por añadidura, apatía, anhedonia, e incluso tristeza y desilusión.
El conflicto y hacer peticiones
No pedir lo que uno necesita es la razón por la que se establecen grandes conflictos en la convivencia. Lo que hay detrás es siempre normas rígidas sobre lo que uno debe o no hacer, y por añadidura, lo que los demás también deben o no hacer.
Una frase que suena un poco rara pero que explicaría porqué a veces no pedimos es: como a mi me cuesta mucho pedirte algo y además no quiero tener conflictos por ello, tú deberías entender qué es lo que necesito y así todo será más fácil. ¡Además yo me esfuerzo mucho y eso te debe bastar para saber qué hay que hacer! No parece que sea un argumento que debiera funcionar o ser válido, pero sin embargo es una idea frecuente que no hace fácil pedir cosas.
Un mismo hecho puede ser visto de una manera neutra o muy activador, en función del punto del que parte cada persona. Si para mi algo es simple, o no presupongo que los demás deben actuar de modo determinado, me sentiré calmado, pero si siento malestar porque el otro no hizo algo importante y no quiero molestar, tensar… me sentiré rabioso, incómodo y decepcionado con el otro u otros.
El consejo psicológico para no estar enfadados o decepcionados, es pedir lo que se quiere y ajustar expectativas sobre cómo los demás van a actuar o a cambiar según mi criterio.
Normalmente el mayor freno es el miedo a molestar, a ser juzgado injustamente y la necesidad de no generar un conflicto inadecuado
Para poder pedir lo que queremos podemos tener en cuenta lo siguiente:
- Lo primero es concedernos el derecho, darnos permiso a pedir por el mero hecho de que así lo deseamos.
- Lo segundo es reconocer que quien nos va a escuchar casi con seguridad se incomodará, que quizás no le guste y eso nos generará malestar. Para soportar este sentimiento negativo es necesario convivir con él cierto tiempo. De esta forma seremos más capaces de aguantarlo y podremos valorar que quizá no es tan insoportable como pensábamos
- En tercer lugar, si nos arriesgamos a pedir lo que queremos tendremos la posibilidad de conseguir soluciones, si nos callamos la situación seguirá igual.
- Por último es conveniente valorar qué supone más esfuerzo o qué es más desagradable, el malestar que podemos sentir al hacer nuestra petición, o el que podemos sufrir por no hacerla. Así de esta forma, en algunas situaciones convendrá arriesgarse y en otras quizás no sea lo más adecuado. Pero sin riego probablemente no haya cambio.
Con estos consejos convendría analizar nuestra conducta y valorar qué cosas no somos capaces de pedir, e intentar poco a poco enfrentarnos a la situación empezando por aquellas que generan menos conflicto. De esta forma iremos ganando confianza y tolerancia ante el malestar para poder así en un futuro superar situaciones más difíciles.
No sé lo que me gusta
– ¿Vamos al cine o nos quedamos en casa?, ¿Qué te apetece, café o infusión?
– lo que quieras, me da igual…
Frases como esta son propias de personas que no tienen claro lo que quieren y optan por adaptarse como la mejor manera de ir viviendo el día a día. Sienten que no tienen mucho criterio para decidir sobre muchas cosas: planes de fin de semana, la elección de un menú, planes para las vacaciones, intereses políticos…
Suelen ser personas poco conflictivas, con deseo de llevarse bien con aquellos que conviven. Optan cuando no lo ven claro por la elección de la mayoría. Su sensación es: «como a mi me da igual, me adapto a lo que otros prefieran». Lo que en un momento dado era indiferencia ante una elección, a menudo se acaba potenciando y convirtiendo en un círculo vicioso. Cuanto más nos adaptamos, más cómodo es no posicionarse para no generar tensiones, pero a la vez menos intereses se definen como propios y más posible es sentir que no se sabe lo que se quiere.
No definir un deseo tiende a generar apatía, sumisión, e incluso dependencias hacia otras personas que sí definen lo que quieren. Cuanto más se amolda la persona a su entorno más frecuente es que verbalice frases como las del título: «No sé lo que me gusta, nada acaba de gustarme del todo (ni de disgustarme)».
Causas que potencian no saber lo que me gusta
Hay personas que son incapaces de identificar lo que les gusta y lo que no. Veamos las principales razones para tener esta dificultad.
1.- Evitar conflictos y críticas de los demás es quizás una de las causas más frecuentes de la tendencia a adaptarse a lo que otros desean o necesitan. Las personas que se sienten reconfortadas cuando los demás se sienten bien gracias a algo que ellas han hecho, pueden adaptarse a la necesidad de otras personas más fácilmente. Cuando esta sensación reconfortante se busca a diario, predispone a las personas a dejar de lado sus propias necesidades y a no saber qué es lo que realmente quieren. En estos casos las personas desarrollan gran empatía, llegando a justificar, más que a entender las necesidades de los demás.
2.- No tener una certeza absoluta sobre si lo que se va a decir es adecuado, si lo que se va a opinar molestará o lo que se va a pedir responde a lo razonable. En estos casos la tendencia es a no gastar favores innecesariamente. Parece que no pedir es una manera de no molestar y de no deber algo, especialmente útil cuando se siente que no se va a disfrutar de lo que se va a conseguir.
3.- Falta de actividad y de ocio. Las personas con poca actividad tienden a ilusionarse poco por las cosas. Tienden a menudo a buscar el alivio ante un malestar, en lugar de ir tras la soluciones y el bienestar. Cuando esto ocurre lo normal es que les resulte muy complicado saber lo que quieren y lo que no. En ocasiones va unido a depresión, anhedonia, o tristeza.
4.- Exceso de exigencia y tendencia procrastinar. Las personas con altos niveles de exigencia pueden conseguir ser constantes y esforzarse por encima de otras personas. Algunas personas cuando se exigen hacer muy bien las cosas se sienten superadas por la presión y optan por posponer tareas y compromisos. En estos casos podemos hablar de procrastinar o procrastinación (dejo un enlace a algunos artículos sobre este tema) y puede potenciar, en los casos en los que se cronifica, el que no opinemos y nos amoldemos a lo que otros quieren para evitar malestares, conflictos…
5.- Abuso de marihuana y sus derivados. El abuso de porros, tiende a potenciar lo que llamamos síndrome amotivacional, asociado muy frecuentemente a no necesitar realizar tareas, ni proponer objetivos ya que los propios porros favorecen el estar tranquilo sin hacer demasiadas cosas. Lo normal es que con el paso del tiempo esto produzca apatía, falta de disfrute, y por supuesto, dificultad para «saber lo que me gusta». Se parece a una depresión aunque su origen es otro.
Consejos psicológicos y tareas para conseguir saber lo que me gusta
1.- Generar estrategias para afrontar los conflictos. Los conflictos pueden surgir porque los generamos nosotros, o porque nos los generan. En cualquier caso no son siempre evitables como no lo son las críticas que hablaba en el apartado anterior. Hay que afrontarlo y aprender a gestionarlo. En varios artículos de la web hemos abordado este tema: los conflictos, lea detenidamente este listado de artículos le ayudarán a resolverlos mejor.
2.- Ser capaz de afrontar la opinión de los demás. La valoración que los demás pueden tener sobre nosotros al decir o pedir algo puede ser un freno enorme para pedir lo que queremos. Hay que hacerle frente para que exploremos nuestros intereses. Aquí como tarea le pediría que leyera el artículo: ocho consejos para aprender a recibir críticas. En él encontrará consejos y tareas para profundizar más en este tema.
3.- No adelantarse durante 1 mes a una necesidad que se detecte en otra persona. Esta sería una buena tarea para hacer frente al querer agradar en exceso. Ayuda a relativizar la opinión de los demás.
4.- Profundizar en lo que ya me ilusiona.
5.- Retomar aficiones del pasado, deportes que se practicaban de pequeño… Es fundamental realizar actividades que nos entretengan y/o se nos den bien. No hace falta que uno sea el mejor en algo, basta con que se sienta uno bien haciéndolo y vea que fluye para poder engancharse a una meta.
6.- Pedir u opinar, aunque inicialmente no se tenga claro qué es lo que se quiere. Esta es la pauta más importante para conseguir saber qué me gusta. Aunque no se sepa si es muy importante o no, hay que hacer frente a las consecuencias de pedir. Es posible que el otro se moleste o haya que hacer cambios en planes que previamente se habían fijado, pero sis se pide u opina sobre algo, es cuestión de tiempo que la persona empiece a saber un poco mejor lo que le gusta y lo que no.
7.- Probar lo que hacen otras personas que conozco y parece que les gusta.
Fernando Azor es director de azor & asociados.
Fernando lleva años explicando sin tecnicismos las ideas y conceptos que fundamentan la psicología actual. Hace que que la psicología sea fácil y accesible. Ofrece tareas, consejos y conocimientos de psicología que puede usarse para resolver problemas de la vida diaria. El propio Colegio oficial de psicólogos de Madrid, le otorgó un reconocimiento por su labor divulgativa de la psicología clínica en diferentes medios de comunicación. Puedes ver muchos videos divulgativos en el perfil de TikTok