Muchas veces me planteo en la consulta por qué algunas personas se plantean objetivos y los alcanzan, y sin embargo otras se bloquean y no son capaces de avanzar y resolver del mismo modo. Quizás una característica que se repite y que me parece diferenciadora, es la capacidad de algunas personas para platearse retos o para plantearse obligaciones. Ambas opciones, la obligación y el reto, favorecen maneras de enfrentarse al día a día, y tienen beneficios evidentes pero también consecuencias indeseables.

 

Retos Vs Obligaciones

Hay personas que se plantean objetivos desde lo que estaría bien conseguir, y no tanto desde lo que realmente quieren alcanzar. A veces se lo proponen «con la boca pequeña», y otras se lo imponen para sacar de sí la mayor energía posible y poder conseguirlo. En este último caso la obligación se convierte en un potente motor para arrancar, pero si realmente no es algo que le motive o desee, lo más normal es que se pase un tiempo posponiendo: «ya lo haré mañana», haciendo que cuanto más procrastine, más culpa pueda sentir. En realidad posponer no implica asumir no hacer algo, sólo implica que ya se hará, aunque no se haya decidido cuándo.

 

La obligación ayuda a ser constante y a avanzar

 

Crearnos obligaciones es algo realmente útil, nos ayuda a imponernos tareas y a combatir la pereza, lo malo es que cuando se agolpan las obligaciones, también se multiplica la sensación de culpa o de malestar. A menudo por no sentirnos mal somos capaces de quitarnos de en medio lo pendiente, pero justo aquí surge un gran problema: no sentimos placer por alcanzar nuestras obligaciones, más bien lo que sentimos es alivio. Por el contrario cuando nos planteamos retos, tendemos a definir objetivos, normalmente tomando conciencia de que vamos a encontarnos con dificultades.

Salir a correr una hora, por ejemplo, puede ser una tarea dura, en cuanto a la parte de sufrimiento que surge durante el ejercicio, pero al aceptar esa sensación como parte integrante de la meta que nos hemos propuesto, la vivencia es completamente diferente. El saber que vamos a sufrir en algún momento de esos 60 minutos hará que lo afrontemos con fortaleza y que si conseguimos nuestro objetivo nos sintamos, esta vez sí, felices y satisfechos por ello. Es realmente esta una razón poderosa para intentar cambiar obligaciones por retos, por no es ni mucho menos la única.

retos o obligaciones

 

El reto ayuda dosificar fuerzas, mejora la autoestima y aumenta la constacia

 

Decía antes que la obligación potencia la capacidad de las personas para activarse y hacer cosas, es cierto. Lo que pasa es que si realmente uno no asume como propia una de esas normas, lo habitual es que si se encuentran dificultades para llevar a término lo que se debe hacer (conflictos con otras personas, por ejemplo), uno negocie consigo misma cuándo hacerlo, posponiendo frecuentemente, y también valorando de forma muy critica cada consecuencia o cada efecto no deseado que se pueda producir.

Dicho de otro modo, es fácil volver una y otra vez al pasado y pensar cosas como: «si no hubiera cogido el coche, y hubiera ido en tren, no me habría metido en este atasco enorme», «si hubiera dicho que no a Juan, ahora no tendría que ayudarle con esto»… Al no haber compromiso real con as situaciones que hay que afrontar es más fácil criticarse y percibir que constantemente cometemos errores que podrían haberse subsanado. De este modo se potencia la idea de que siempre existe una solución perfecta a cada problema, y si no la encontramos es terrible. Por el contrario, cuando nos decantamos por plantear retos en lugar de obligaciones existe un mayor compromiso con lo que se ha decidido hacer. Por ello la percepción suele ser  muy diferente.

 

El error es una consecuencia lógica

 

En este caso se percibe el error como una consecuencia lógica de la decisión que se tomó ante una determinada problemática. No se ve en realidad como un acierto o un error, se ve como un toma de decisiones. Este planteamiento es en esencia mucho más optimista y permite ajustar expectativas sobre lo que se puede conseguir y la capacidad real que se posee para afrontar objetivos. No se produce una fijación en lo que está mal y hay que mejorar, simplemente se afronta la frustración de no conseguir el objetivo, se redefine, y se vuelve a luchar por el siguiente. Creo que asumir en muchos casos es mejor herrmienta para avanzar que enquistarse en lo que pudo haber sido sino se hubiera decidido algo (ucronía).

 

Cómo convertir obligaciones en retos

Si ya estamos decididos después de lo que he expuesto antes a convertir una obligación en un reto, entonces habrá que plantear cómo hacerlo.

técnica de detección y afrontamineto de la consecuencia temida dact
La receta más breve
que se me ocurre es: hay que elegir cuándo, cómo y dónde quieres afrontar algo. Ha de ser uno mismo quien adquiera el compromiso con las sensaciones de malestar tras haberlas enumerado y descrito. A partir de este punto habrá que valorar si fuimos realistas con la meta que nos marcamos y si no fue así habrá que redefinir el objetivo, graduarlo quizás y de nuevo afrontar las sensaciones de malestar hasta conseguir nuestro propósito. Nada fácil en realidad pero mucho mas satisfactorio que pasarse el día presionándose para hacer lo que se debe hacer.

Este artículo está muy relacionado con la técnica de detección y afrontamiento de la consecuencia temida DACT, le recomiendo que lo lea detenidamente para que le ayude a afrontar situaciones que le puedan generar malestar.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Tratamiento digital del ataque de pánico

Dispones de un BOTÓN DEL PÁNICO para hacer frente a una crisis de ansiedad.

Recibe ayuda gratuita para tratar las crisis de ansiedad y evitar que se produzcan

Inicia la herramienta