Este tipo de pregunta es muy habitual entre los padres en general. Y no sólo en cuanto al tema de las drogas, sino con respecto a la sexualidad o incluso al suicidio y las autolesiones. ¿Si hablo a mi hijo sobre las drogas estaré fomentando que las consuma? Son preguntas lógicas que nos suelen generar un cierto temor por acabar produciendo justo lo contrario de lo que queríamos. Respondiendo a la pregunta de forma breve: no. Hablar sobre drogas no tiene por qué aumentar la probabilidad de que las consuma.
Evidentemente podemos hablar de drogas de muchas formas diferentes y con muchos objetivos diferentes. Y esta puede ser una de las claves del asunto. No sólo no vamos a fomentar el consumo de drogas si hablamos sobre ello, si no que, de hecho, es bastante recomendable hablar sobre drogas. La información sobre las drogas va a acabar llegando a nuestros hijos, de una u otra forma y en mayor o menor medida, pero llegará. Es muy importante que esa información les llegue a través de nosotros directamente, ya que podemos controlar bastante bien qué es lo que les llega y cómo. No es lo mismo que mi hijo escuche hablar por primera vez de la marihuana por parte de unos amigos que dicen que se lo pasan muy bien con ella, a que ya entienda lo que es porque yo ya le hablé sobre ello previamente.
No hay que exagerar
A veces pensamos que la información que les tendremos que dar a los adolescentes es que las drogas son máquinas de matar y que debemos dar una imagen terrible de ellas. Evidentemente las drogas plantean muchísimos problemas, y algunas tienen consecuencias nefastas para cualquier persona, pero debemos intentar ser realistas. Nadie tomaría drogas si no consiguiera algo “positivo” con ellas, al menos al principio. Muchas drogas tienen un efecto agradable, directa o indirectamente. Una persona puede tomar alcohol en exceso porque al hacerlo se olvida de los problemas que tiene. Otra persona puede fumar marihuana por la noche porque no puede dormir. Otras drogas tienen efectos de calma o bienestar, directamente relacionados con la sustancia en sí.
Lo que tenemos que transmitir es precisamente esta realidad. Esos efectos que encontramos en las drogas al final son artificiales y a corto plazo, y nunca se convertirán en la verdadera solución. Por eso debemos darles motivos reales y fuertes para que elijan libremente no tomar drogas y optar por otras alternativas si tienen problemas.
Ninguna droga es buena
Hay una tendencia en algunas personas a pensar que hay determinadas drogas malas y otras buenas, o que no pasa nada por consumirlas. Esto no es así. Todas las drogas pueden afectarnos profundamente a la salud o a nuestra vida en general, sólo que lo hacen de formas diferentes. Drogas como el alcohol o el tabaco suelen gozar de gran aceptación y uso en muchos lugares del mundo. Incluso muchas personas ni siquiera identificarían el alcohol como una droga. A pesar de ello, siguen teniendo una gran capacidad de adicción y pueden producir efectos mortales en las personas. El hecho de que son sustancias que se pueden obtener con bastante facilidad y que sus efectos no son tan dañinos a corto plazo como otras sustancias, hacen que la sensación de riesgo y peligrosidad suela ser muy baja. Esto nos lleva también a hablar de algunos factores de riesgo del consumo de drogas en los adolescentes.
Los factores de riesgo
Como decíamos, existen algunos factores con respecto a la legalidad o el contexto en general que afectan a la probabilidad de consumo de determinadas drogas. Por ejemplo, la accesibilidad del alcohol o el tabaco es muy alta, incluso a pesar de las restricciones por edad. También influye los factores culturales o la permisividad que hay frente a algunas drogas. El alcohol es una droga socialmente aceptada, pero el tabaco ha ido cambiando su imagen a lo largo de los años, pasando de una valoración positiva a una droga nociva con consecuencias mortales como el cáncer.
Dentro de la familia sabemos que el consumo familiar de algunas drogas puede influir en el futuro consumo de los adolescentes. El simple aprendizaje observacional, imitando a los padres que beben alcohol, por ejemplo, puede aumentar la probabilidad de que ellos también acaben bebiendo. Otros aspectos como la conflictividad familiar o los estilos educativos inadecuados también pueden influir en estas conductas. Los conflictos familiares, las habilidades parentales inconsistentes, una pobre supervisión o los castigos excesivamente severos, pueden tener un impacto negativo en el desarrollo de los niños y adolescentes, aumentando los comportamientos negativistas y desafiantes o el abuso de drogas. También es importante el grupo de iguales, ya que las actitudes favorables hacia las drogas de amigos o compañeros o el propio consumo de los mismos, van a ser situaciones que favorezcan el inicio en las drogas. Hablar de drogas a mi hijo.
Muchos de estos factores son cosas que podemos controlar y en las que podemos influir en mayor o menor medida. Por ello es fundamental hablar de las drogas abiertamente, de forma clara, tocando todos los puntos importantes y dando así a nuestros hijos más recursos para no desarrollar actitudes o conductas favorables a las drogas.
Psicólogo general sanitario
Graduado en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.
Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Europea de Madrid.
Especialista en Terapia Cognitivo-Conductual en la Infancia y Adolescencia por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Máster en Intervención Multidisciplinar para Trastornos Alimentarios, Trastornos de la Personalidad y Trastornos Emocionales por la Universidad de Valencia.
Colegiado M-31888.