Al enfrentarnos a malestares y agobios nos decimos cosas como: calma, no pasa nada. Son frases que intentan moderar nuestro malestar y que nos quieren ayudar a pensar menos en lo que nos está preocupando. Es un mecanismos sano y normal, estar preocupado consume bastante energía. El cuerpo y la mente buscan economizar y no derrochar fuerzas, lo normal es que queramos encontrar la manera de quitarle hierro a las cosas.

 

Estar preocupado consume mucha energía

A veces buscamos atajos para calmarnos como decirnos que no hay que pensar, que es mejor no darle más vueltas, sin más. Ya dediqué un extenso artículo a si era posible dejar de pensar, y la conclusión es que no es posible dejar de pensar solo por decidir que no queremos hacerlo. Antes hay que ser capaz de valorar otras opciones y convivir con ciertos miedos. Si no se hace correctamente, al final no llegará la calma.

 

Buscar la tranquilidad

Decirse una frase como no pasa nada, lleva implícita la idea de que no hay que sentirse mal por algo. Además incluye la expectativa de que basta con entenderlo, para que uno se vaya a sentir bien por ello. Aquí es donde empiezan algunos problemas. No basta con entender que hay que estar calmado para conseguirlo. Una de las ideas más difundidas sobre la psicología cognitivo-conductual es que hay que sincronizar lo que pensamos, lo que hacemos y lo que sentimos. No basta con pensar, también hay que hacer cosas que te lo hagan creer.

calma no pasa nada

 

Es mejor decir: «…pasa lo que pasa»

Una alternativa más razonable y útil para conseguir calmarnos es la de sustituir la frase, no pasa nada, por la de pasa lo que pasa. Es decir, si somos realistas, siempre pasan cosas. De hecho si nos decimos que no pasa nada, y comprobamos que sí pasa, aunque sea poco, no podemos quedar con una sensación de reproche. Sentiremos que no estamos siendo coherentes, y que estamos sintiendo un malestar que no tenemos derecho a sentir. Por esta razón, cambiar a la frase, pasa lo que pasa aporta mucha más tranquilidad.  Nos lleva a hacer frente a la realidad que tenemos y a convivir con los malestares como un reto, como algo inamovible con lo que lidiar. Es más apetecible no tener un problema que tener que hacer frente a uno, pero el hecho es que con frecuencia es imposible ignorar los problemas (mayores o menores que tenemos en el día a día).

 

ejemploSupongamos una situación en la que hemos tomado por equivocación un alimento en mal estado. Sabemos que puede tener consecuencias graves. Ese no sería un buen momento para ponernos a charlar por teléfono con un amigo para pasar el rato. Más bien es el momento para salir como el rayo a un hospital, o ver si se puede vomitar… Todo menos ignorar el peligro. Bien pues muchas veces le estamos pidiendo a nuestra cabeza que ignore peligros que siente y valora que son graves. Como el del ejemplo. La realidad es que aunque no queramos preocuparnos a veces es imposible dejar de hacerlo. La solución está en ser capaces de saber cuando algo nos preocupa la suficiente como para que no podamos dejar de pensar. En ese caso habrá que convivir con lo que se teme. Para ello podemos usar la Técnica de Detección y Afrontamiento de la Consecuencia Temida DACT, bastante bien detallada en el artículo enlazado.

 

 

Calma, no pasa nada

El mecanismo principal de la racionalización tiene que ver con la diferencia que existe entre la parte y el todo. Digamos que en este caso quien racionaliza decide dejar de lado una amenaza general (que pueda no encontrar otro trabajo como el anterior) y se centra en lo una parte, tendré más tiempo para mi, para descansar y hacer cosas que no podía mientras trabajaba. La realidad es es que no falta a la verdad y de hecho favorece el ir poco a poco, abarcando lo que se puede y no todo. La racionalización puede ser peligrosa si a cada preocupación hay que ponerle un argumento que diga que no hay que sentirse mal. En ese momento es cuando uno puede acabar sintiéndose culpable en lugar de aliviado.

En ocasiones es más sencillo enfrentarnos a esos sentimientos y buscar soluciones realistas y efectivas que seguir intentando convencernos de que no pasa nada; no quiero decir que sea fácil, pero seguro que será más efectivo. Una frase que quizás pueda resumir cómo afrontar ciertos agobios sería: «no es que no pase nada por llegar tarde, por ejemplo. Sí tiene consecuencias, pero en cualquier caso, pasa sólo lo que pasa, no más«.

 

no pasa nada y psicoterapia

Razones para estar ansioso

Si no identifica las causas de su malestar, es posible que le ayude hacer un repaso a algunas causas probables. No espere que una sola lo explique. Lo normal es que exista un sumatorio de estas razones para que el malestar finalmente aparezca:



Evitar opiniones negativas
: Cuando una persona se ve muy condicionada por la opinión de los demás, tenderá a evitar que sea negativa y/o falsa. Puede hacer por ganarse a los demás por medio de bromas, adelantarse a las necesidades antes de que se las pidan…

 

Querer adelantarse a las necesidades de otros. Ser sensible a las necesidades de otras personas favorece el poder adelantarse a ellas. Puede ser muy gratificante hacerlo, pero también puede convertirse en algo ansioso si no ponemos filtro a esa actitud.

 

La prisa para acabar cualquier tema pendiente, incluido el querer estar tranquilo y sin ansiedad, genera un estado de alerta que en muchas ocasiones es por sí suficiente para explicar el porqué estamos ansiosos. Cuando asignamos tiempos poco realistas y esperamos conseguir cosas cuando no corresponde, nos agobiamos más.

 

No querer tener ansiedad es una causa importante a la hora de descubrir porque estamos ansiosos. Muchas personas sienten que el mero hecho de estar ansiosos es vergonzante. Es como sentir que no han sido capaces de estar tranquilos y han sucumbido a la presión. Hay veces que una situación genera ansiedad por la razón que sea y para cuando se quiere evitar o resolver ya es tarde para desactivar la ansiedad y volver a estar tranquilo en un plazo de tiempo breve.

 

Querer soluciones completas, no parciales. Cuando esperamos resolver temas en su totalidad y nos vemos limitados a resolver solo parte lo normal es aumentar nuestros niveles de ansiedad.

 

No asumir que para estar bien, o resolver algo es necesario pasarlo mal o tener sensaciones negativas antes de estar bien. No se asigna un tiempo para que ceda.

 

Incertidumbres, preocupaciones o amenazas hacia algo que ocurrirá y que no se consigue encontrar la solución de manera calmante a corto plazo. Es muy frecuente que el malestar que experimentamos de manera cotidiana esté asociado a la sensación de duda o de incertidumbre. Pueden ser dudas relacionadas sobre qué decisión tomar, o incertidumbres como la de qué pasará más adelante.  Cuando esto ocurre el malestar tiende a aparecer generando incomodidad y cierto nivel de bloqueo. Casi siempre que una persona viene a la consulta de un psicólogo clínico agobiada, triste, con sensación generalizada de malestar emocional,  puede apreciarse que las dudas o la incertidumbre son el motor principal de estas sensaciones.

 

Conclusión

Ante una preocupación tenemos tres opciones:

1.- Buscar soluciones: quizás la mejor opción. Cuando menos la primera que hay que poner en práctica. Si funciona, para qué seguir con otras alternativas

2.- Minimizar la preocupación y convencernos de que no lo es. Lo cierto es uqe si nos damos cuenta de que se nos fue de las manos y nos preocupamos por algo muy pequeño, nos puede calmar. Aquí está el peligro de querer minimizar un problema aunque en realidad sí lo sea.

3.- Vivir con el malestar que produce lo que nos preocupa. Esta es la opción más difícil, pero probablemente es una de las que hay que aprender a utilizar. Si no somos capaces de vivir con el malestar que producen las preocupaciones que no controlamos, entonces nos quedará solo la opción 1 y 2. Sólo podremos estar tranquilos si encontramos las soluciones o nos creemos que no pasa nada… Estoy seguro de que por desgracia esto no siempre es así. Os añado un enlazo al artículo de la la Técnica de Detección y afrontamiento de la consecuencia temida  (DACT), creo os aportará más luz sobre cómo vivir mejor con los que no podemos cambiar.

 

 

 

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