Entrevista a Fernando Azor sobre FOMO, de las siglas en inglés Fear Of Missing Out. Podemos traducirlo como miedo a perderse algo. Concepto íntimamente relacionado con las nuevas tecnologías y especialmente con el flujo de información de las redes sociales.

En primer lugar, una pregunta como la de qué fue antes, si el huevo o la gallina: ¿ve el hombre aquejado de ansiedad un agravamiento de su situación gracias a las redes sociales que exigen estar el día conectado puesto que la información puede quedarse obsoleta rápidamente, o es internet lo que crea hombres ansiosos? ¿Qué es primero, si es que puede realizarse tal distinción?

 

La verdad es que sí puede hacerse esa distinción, claramente la ansiedad está antes, digamos que está desde el principio. La ansiedad es la activación de la persona, por así decirlo es una respuesta de la persona ante una demanda. Existe una demanda, interna o externa (p.ej. tengo que ir a comprar leche) y ante esa demanda la persona valora sus recursos (p.ej. tengo o no tengo dinero, tengo o no tengo tiempo, está o no abierta la tienda…), en función de qué pesen más, las demandas o los recursos habrá más o menos ansiedad (como en una balanza). FOMO

La ansiedad puede ser negativa (cuando veo que no puedo con algo, que mis recursos son inferiores a mi demanda) pero también puede ser positiva (cuando me sirve de motor para estudiar un examen, cuando es el resultado de la adrenalina por una experiencia agradable,…).

Cuando hablamos de ansiedad como miedo, hablaríamos de ansiedad negativa porque va asociado a un sentimiento de angustia.

 

 

¿Ve el hombre aquejado de ansiedad un agravamiento de su situación gracias a las redes sociales que exigen estar el día conectado puesto que la información puede quedarse obsoleta rápidamente, o es internet lo que crea hombres ansiosos? Las dos opciones son válidas. Veamos:

 

El miedo a perder algo, a perderse lo último no es algo nuevo. En ambientes socioeconómicos elevados, por ejemplo, es algo bastante habitual, sería esa necesidad de tener siempre lo último, de estar al día (el último modelo de coche, de bolso, la cena en el restaurante más in…). Esta necesidad vendría del temor al “que dirán” y/o de la necesidad de mostrarse, del exhibicionismo.

Este aspecto puede agravarse con las redes sociales, realmente se agrava con la gran cantidad de información, y las redes sociales son una fuente de información. En Facebook vemos la vida de los demás, lo que hacen y tienen y es fácil desear lo mismo y compararse, con Linkedin veo los puestos que tienen, los cargos que ocupan, la gente que conocen, los masters que han hecho y mientras lo veo quiero tener ese puesto, siento que tengo que actualizar mi perfil con algún puesto nuevo…. ¿Y qué es todo esto??, ¿Envidia?, en parte sí pero muchas veces es una envidia que nace de un sentimiento de inseguridad y baja autoestima.

 

Necesidad de control

 

Si nos comparamos continuamente es muy fácil que veamos lo bueno de los demás y lo malo nuestro. La persona que es autoexigente también entra en ese juego porque siente que no puede ser menos que los demás, tiene que estar al día.

Las redes sociales, internet, son una fuerte inagotable de información, nos hemos habituado a tener más y más información.  Hay gente que quiere tener la última información por saberlo todo ya, por el mero hecho de estar informados, y otros por lo que pueden hacer con esa información. FOMO

Con internet y las redes sociales, lo que cambia es que en vez de tener lo último, quiero saber lo último.

La aparición de los smartphones ha aumentado esa facilidad de acceso a la información, esa inmediatez, ya no tengo que ir a la oficina, llevo la oficina en el bolsillo.

Del placer es fácil pasar a la necesidad si abusamos, y si tenemos disponibilidad. Es como el alcohol, al principio lo tomo porque me hace sentir bien y más sociable, luego lo tomo porque si no me duelen las manos, tiemblo … Así aparecen las adicciones.

 

FOMO: del placer a la necesidad

 

Bajo todo esto late, creo yo, el habitual miedo a la elección (si elijo, puede ser que lo haga mal, luego no elijo y me quedo mirando lo que hacen los demás), ¿Es así, crea ese conocimiento de lo que hacen los demás una incertidumbre hacia nuestras propias actitudes? Y por el contrario, ¿Es el habitual exhibicionismo de las redes sociales una forma de aliviar este sentimiento, proclamando “yo también puedo divertirme”?

 

Es verdad que está el miedo a equivocarse, el miedo a que podría haber sido mejor. Esto se da sobre todo en personas muy exigentes y con necesidad de control (no de control hacia los demás sino de control en general, necesitan tener todo bajo control para sentirse a gusto, tranquilos). Sería la típica duda obsesiva que hace que mientras elijo a qué película ir, al final me quedo sin entradas.

El conocimiento de lo que hacen los demás sí puede crear esa incertidumbre cuando me miro y comparo, entonces me pregunto si no debería también hace r esto y lo otro… Hace unos meses una alumna de un Máster de “alta gama” me decía que se había descubierto espiando a unos compañeros que hablaban sobre unos libros, tenía miedo a no enterarse de alguna información importante para el curso. Ella misma se sentía mal por haber entrado en esa competencia pero es que muchos Master fomentan esta actitud, es algo también habitual entre opositores y todo viene de lo mismo, de la exigencia.

 

El miedo a perderse algo no es solo en las redes sociales

 

Si lo trasladamos a la diversión, a la moda o a otros aspectos puede pasar lo mismo.

Y por el contrario, ¿es el habitual exhibicionismo de las redes sociales una forma de aliviar este sentimiento, proclamando “yo también puedo divertirme”? En parte puede entenderse así, si en un medio se está valorando ser el más divertido, y yo quiero ser aceptado en ese medio, yo tengo mostrar que también me divierto. Es lo mismo que pasa cuando se valora la imagen, yo quiero dar la imagen determinada para ser aceptada. El exhibicionismo es una forma en este caso de buscar la aceptación de los demás. Por eso también se entiende que es una actitud bastante inmadura y muy típica del adolescente.

 

 

¿Qué debe hacer alguien que sienta que sus experiencias no son satisfactorias y se pase el día enganchado a internet, sumergido en el círculo vicioso de insatisfacción y flagelación al ver que el resto se lo pasan bien?

 

El problema aquí sería que ven la vida de los demás mientras no son capaces de disfrutar la suya, pierden tanto tiempo estando al tanto de lo último que no les queda tiempo para salir y actuar. Cuando es así deberían empezar a limitar el uso de las nuevas tecnologías, que empiecen reduciendo el tiempo y que busquen hacer actividades, aunque no sean tan gratificantes como las de otros. Deben aprender a no compararse siempre a vivir su vida y no la de los demás. Si te fijas es lo que muchas personas hacen también enganchadas a programas y revistas del corazón, miran y no viven su vida. FOMO

Para superar la insatisfacción de la vida primero hay que olvidarse de buscar siempre la satisfacción. La clave es aprender a convivir con esa insatisfacción, de esa forma seremos cada vez más tolerantes y poco a poco podremos disfrutar de las pequeñas cosas.

 

FOMO y la temporalidad de la información 

 

¿Puede resultar, en algunos casos, un sentimiento positivo y motivador? En algunos artículos señalan que el FOMO puede serlo en cuanto que empuja a la acción, a intentar igualar los logros de los demás.

 

Sí, es lo que te decía antes de la ansiedad positiva, en el fonde puede actuar como un motor hacia la acción. Yo recomiendo a muchos pacientes que se metan en redes sociales para ver opciones de ocio y relacionarse, pero ojo, siempre con un criterio, con lo que llamamos un “uso responsable”

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