Siempre hemos identificado la llegada de los meses de verano con alegría y diversión. Los días se alargan, las temperaturas son cálidas, y por tanto se pueden realizar muchas más actividades al aire libre. Es cierto que el calor moderado puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y estimularnos. Pero cuando las temperaturas suben en exceso, nuestro cuerpo debe adaptarse a él y esto puede provocarnos estrés e irritabilidad.

Existe un pequeño porcentaje de la población que ni siquiera soporta el calor moderado. Nos referimos a aquellos que sufren el trastorno afectivo estacional. Bien es cierto que es más común que suceda en invierno. Llega el frío, la luz solar se va antes y el hecho de realizar menos actividades al aire libre puede afectarnos emocionalmente.

Las personas que lo padecen sufren episodios depresivos estacionales, los cuales les puede llegar a afectar en su vida cotidiana. El psiquiatra Michael Terman, llevó a cabo una investigación sobre este tema en Nueva York. Concluyó que mientras que el 50% de los encuestados decían sufrir episodios depresivos durante el otoño e invierno, el 12% manifestaba que los padecía en el transcurso del verano. A esto se le denominó como trastorno afectivo estacional de verano ( en inglés se le conoce como SAD).

 

¿Qué síntomas tiene y por qué se produce este trastorno?

Tanto en invierno como en verano, algunos de los síntomas suelen ser desgana, deseo de aislarse, falta de apetito e irritabilidad. Cuando la situación se agudiza, pueden aparecer pensamientos maníacos y suicidas. Las causas del trastorno veraniego no están muy claras. Se piensa que existe un componente social, ya que en la época estival la mayoría de las personas tienen planes interesantes que comparten en sus redes. Salen a cenar, se van a otros países, las piscinas y azoteas nocturnas están muy presentes… Sin embargo, no todos gozamos de las amistades ni del nivel económico necesario para disfrutar de las actividades que ofrece esta estación. Es posible, que al llegar el verano algunas personas sean más conscientes de sus carencias y esto provoque que se sientan peor en esas fechas. Lo mismo que suele pasar en épocas navideñas.

Además, hay que añadir el problema de los complejos físicos. Con el calor, el tamaño de la ropa mengua o las telas son más livianas, y nuestro cuerpo queda más expuesto a los demás. El temor a ser criticados, sentirse inseguros o haber engordado, puede hacer que nos sintamos incómodos y bien nos tapemos a pesar del calor, o decidamos quedarnos en casa.

Otros motivos que ayuden a que se produzca este trastorno pueden ser tales como que la luz durante el verano es demasiado brillante, y por lo tanto se vean alterados los ciclos de sueño, o que con el calor se agudice ciertas enfermedades crónicas y alergias, algo que puede afectar duramente al estado anímico de quien las padece.

No debemos olvidar, que con el calor se producen efectos físicos como la sudoración excesiva, la pérdida de electrolitos y la bajada de tensión, lo cual provoca una desagradable sensación de cansancio. Esto hace que nos cueste más realizar nuestras actividades cotidianas, y por consiguiente afectarnos anímicamente.

 

calor nos deprime

 

Consejos para hacerle frente

Para intentar superar esta depresión estacional, es necesario acudir en primer lugar al médico para asegurarnos de que no existe ningún problema orgánico. Después, acudir al terapeuta es indispensable. Él nos ayudará a entender porqué sufrimos ese cambio tan brusco de ánimo y nos ayudará a estabilizarnos. Quizás no dejemos por completo de sentir esa tristeza estacional, pero obtendremos las herramientas necesarias para combatirla y aminorarla.

También nos ayudará a sentirnos mejor, consumir alimentos ligeros, bebidas isotónicas y evitar esfuerzos físicos bruscos. El alcohol también puede aumentar ese letargo o sensación de incomodidad, por lo tanto, es mejor evitarlo. Las técnicas de relajación son una buena medida para controlar la ansiedad que las altas temperaturas nos pueden hacer sentir.

 

¿Es cierto que se cometen más crímenes con el calor?

Parece ser que en personas que ya tienen una cierta agresividad y predisposición a la violencia, las altas temperaturas puede ser el resorte perfecto para que exploten.

El famoso estadístico y matemático belga Adolphe Quetelet, en la primera mitad del XIX llegó a la conclusión de que en épocas de calor aumentaban los delitos contra las personas, mientras que el frío era más propicio para cometer delitos contra la propiedad. Otros expertos añaden que no solo dependería del factor meteorológico, sino también del cultural. Por ejemplo, en España se cometen más delitos contra la propiedad en verano porque es cuando las casas están vacías a causa de las vacaciones estivales. En conclusión, el calor ayuda a que existan más crímenes: Sí. Pero eso no quiere decir que siempre sea de esta manera, no olvidemos que el comportamiento humano no es una predecible ecuación matemática.

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