No sé si en algún momento te has parado a pensar si es bueno, malo o irrelevante el hecho de hablar con uno mismo. Puede hacerse de manera interna o verbalizándolo en voz alta. Cuando no es observable pasa inadvertido, pero cuando se escucha puede llamar la atención.

El diálogo interno ofrece un impulso e incluso una guía para alcanzar un objetivo, ayuda a conseguir confianza y focalizar la atención. Por otro lado hablar en voz alta con uno mismo está muy asociado a estados psicóticos graves, pero no por el hecho de que hablar con uno mismo sea malo sino porque es un signo de desconexión con el entorno. La forma y el contenido no se adecúa al contexto ni la situación que se está viviendo. Por tanto el hablarse a uno mismo no es por sí patológico y de hecho vamos a detallar los muchos beneficios de hacerlo.

 

Beneficios de hablar conmigo mismo

Hablar con uno mismo potencia la focalización de la atención y potencia la capacidad para procesar la información que se recibe. Por tanto aumenta la probabilidad de éxito al desarrollar algunas tareas que requieren mucha concentración. Es un modo de darse autoinstrucciones para guiar nuestra conducta, y se aplica con frecuencia en diferentes disciplinas deportivas.

En cuanto a las emociones, verbalizarlas ayuda trasformarlas en palabras, haciendo que vayan tomando forma y moderen su intensidad a lo largo del tiempo. Además gracias a esa estructura pueden tomarse decisiones con mayor facilidad al hacer más tangibles los sentimientos.

En el caso concreto de la ansiedad, hablar conmigo mismo, o hablar solo como se diría de forma coloquial, parece que es muy efectivo sobre todo si se habla en tercera persona. Reduce significativamente la percepción de bloqueo y malestar. En este artículo que les enlazo pueden ver un estudio a propósito de este tema.

Puede subtitular en español seleccionando subtítulos y traducir.

Cuando es bueno hablarse a uno mismo.

  • Cuando hay que felicitarse. Ser capaz de reconocerse el éxito de lo que uno consigue y felicitarse por ello es una ayuda para seguir consiguiendo éxitos.
  • Para darse una charla motivacional. Cuando no tenemos a mano alguien que nos motive o nos anime, nosotros mismos podemos hacer ese papel. Animarse a conseguir metas en el trabajo, en el deporte, o en las relaciones es de gran ayuda.
  • Para valorar los pros y los contras de una decisión. Decir las opciones en voz alta y reflexionar sobre los pros y los contras puede ayudar a encontrar la alternativa más satisfactoria.
  • Para desahogarse. Cuando algo nos afecta y nos genera malestar, hablar en voz alta con uno mismo puede ayudar al desahogo. En especial las personas introvertidas pueden obtener mucho provecho de esta estrategia.
  • Para analizar pensamientos y emociones. Ponerle palabras a las emociones ayuda a entender mejor lo que ocurre y las posibles soluciones que tenemos a nuestro alcance. Hablar con los demás o con uno mismo ayuda a darle ese sentido a lo que sentimos. Las personas que no verbalizan su malestar tienden a mantener durante más tiempo la sensación de bloqueo ante las experiencias en donde surge el malestar, la ira, el miedo… Esto es especialmente necesario tras haber vivido acontecimientos traumáticos como violaciones, incendios, accidentes…
  • Para practicar lo que se va a decir antes de hacerlo. Simular situaciones que posteriormente vamos a afrontar, visualizarlas y reproducir diálogos y argumentos es muy útil para sentirnos más seguros cuando estemos en el escenario real. Nos ayuda a detectar amenazas, debilidades y fortalezas que nos ayudarán a alcanzar nuestro objetivo.

  • Para favorecer la memorización. La memoria a corto plazo, también llamada memoria de trabajo, es especialmente útil para conseguir memorizar a largo plazo. Repetir en voz alta una dirección, o un teléfono ayuda a recordar.
  • Para alejar la ansiedad. Hablar con uno mismo ayuda a que nos enfrentemos a las sensaciones de ansiedad. Como comentaba antes al hilo del estudio sobre hablarse a uno mismo y la ansiedad,  las autoinstrucciones que nos damos para combatir el malestar son especialmente útiles y nos ayudan a relativizar la presión que sentimos.
  • Para mejorar la capacidad de atención y concentración. Muchas personas con trastorno de déficit de atención, con o sin hiperactividad usan esta estrategia para parar los pensamientos que dificultan su atención y poder enfocarse en su objetivo. Por esa razón y por la anterior, para mantener la ansiedad a raya, es especialmente útil hablarse durante un partido de tenis, una carrera…

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