La fibromialgia es una de las muchas afecciones reumáticas existentes y se caracteriza por un dolor difuso que afecta a músculos y tejido fibroso, así como rigidez generalizada, hormigueos y cansancio crónico. En muchas ocasiones va asociado a estados de ansiedad, depresión o trastornos de la circulación sanguínea. Es una enfermedad que se convierte en muchos casos en incapacitante, comparable con la artritis reumatoide.
La fibromialgia afecta al 5% de la población general, siendo el 80% mujeres. El diagnóstico de esta enfermedad se realiza desde 1990. El impacto de los síntomas, suele descompensar al paciente anímicamente. Además, las características de los síntomas hacen que las personas que rodean al paciente tiendan a etiquetarlo como “quejica”, y acaben no haciéndole caso, fomentando la incomprensión y facilitando la aparición de síntomas depresivos y ansiosos.
Psicología y fibromialgia
La psicología es una herramienta fundamental para mejorar la calidad de vida de estos pacientes, ayuda a reducir los trastornos asociados como la ansiedad o la depresión y además limita los efectos del dolor constante sobre la vida cotidiana. El dolor, el cansancio, los problemas de sueño, la tensión y el negativismo son los promotores de la depresión y la ansiedad, produciendo finalmente mayor malestar, incapacidad para afrontar situaciones y nerviosismo.
La forma de proceder ante la fibromialgia es pedir información general al médico de atención primaria, quien podrá aconsejar sobre cómo mejorar su estado general de salud, ejercicios físicos, cambios posturales, control de la alimentación, el sueño, etc. Él debe ser quien oriente al enfermo al reumatólogo, al psicólogo etcétera.
Desde el punto de vista psicológico, el tratamiento de la la fibromialgia va dirigido hacia:
1. En primer lugar hay que asumir la enfermedad y lo que conlleva. Una no aceptación provoca a la larga mayor frustración.
2. Aprender a mantener un equilibrio entre esfuerzo y descanso.
3. Adaptar las metas a las limitaciones de la fibromialgia.
4. Valorar lo que se consigue y lo que queda.
5. Mantener el cuerpo a punto: el ejercicio físico moderado ayuda a mantener un buen tono muscular y disminuye a la larga el cansancio.
6. Poner en práctica técnicas de relajación.
7. Control postural: las actividades cotidianas nos facilitan posiciones corporales inadecuadas que a las personas que padecen este trastorno puede afectarles especialmente. Por ejemplo es bueno planchar apoyando un pie en un taburete para no sobrecargar la espalda, evitar levantar las manos por encima de los hombros un tiempo excesivo (por ejemplo al tender), adaptar la altura de la mesa a la de la silla.
8. Aprender a generar pensamientos positivos y a ser mas tolerante consigo mismo.
9. Cuidar la autoestima.
10. Mejorar la comunicación y las peticiones de ayuda.
Fernando Azor es director de azor & asociados.
Fernando lleva años explicando sin tecnicismos las ideas y conceptos que fundamentan la psicología actual. Hace que que la psicología sea fácil y accesible. Ofrece tareas, consejos y conocimientos de psicología que puede usarse para resolver problemas de la vida diaria. El propio Colegio oficial de psicólogos de Madrid, le otorgó un reconocimiento por su labor divulgativa de la psicología clínica en diferentes medios de comunicación. Puedes ver muchos videos divulgativos en el perfil de TikTok