Las habilidades de comunicación son fundamentales para relacionarnos en sociedad. Nuestras emociones, nuestras inseguridades y las de los demás pueden ser frenos para hacer llegar correctamente al otro lo que queremos decir. Sentir que algo es evidente, que llevamos la razón y que así debe entenderlo todo el mundo, nos ayuda a defender ideas y necesidades, pero también nos puede hacer sentir con demasiada frecuencia decepción al ver que los demás no ven la realidad como nosotros lo vemos. Además, la vehemencia con la que defenderemos nuestra visión puede hacer que el otro en vez de atender a nuestros argumentos y reflexionar sobre ellos, se centre más en defenderse y explicarse. Lamentablemente, no siempre los demás nos perciben de la manera que queremos.

 

Para intentar simplificar la comunicación humana, podemos decir que existen cuatro modos de comunicación esenciales: la agresión, la sumisión, la agresión pasiva y la aserción o asertividad. Cotidianamente intercalamos estos modos, siendo frecuente que tendamos a unos más que a otros. Lo más común es que evitemos la agresión debido al conflicto que ésta genera. Normalmente para evitar el conflicto, tendemos a callarnos lo que pensamos hasta que llega un punto en que no podemos aguantar más y entonces pese a no pretenderlo, acabamos explotando y soltando lo que pensábamos de una forma muy agresiva.

 

Sumisión, agresión, agresión pasiva y aserción

 

Dependiendo de la cantidad de normas rígidas sobre lo correcto o incorrecto que uno tiene interiorizadas, será más o menos fácil enfadarse cuando los otros rompan esas normas, y de esta forma podremos llegar a un modo de comunicación agresivo. Otras veces, por temor al conflicto, la agresión no es tan directa ni clara sino más sutil, a esto lo llamamos agresión pasiva. Un ejemplo de esta comunicación sería quedarse callado ante preguntas del tipo: “¿Vamos a dar una vuelta?, ¿Estás bien?, ¿Te pasa algo?”. El silencio en estos casos transmite mensajes del tipo “eres tonto”, “paso de ti”, o “no te enteras de nada”; así no se deja claro si uno está enfadado, ni la razón de ese enfado pero sí se transmite malestar.

Si queremos conseguir trasladar al otro nuestro malestar, y sugerir cambios, es decir,  si queremos que el otro se haga cargo de algo que nos molesta, tendremos que valorar otras posibilidades de comunicación. El mejor tipo de comunicación para este objetivo es la aserción o asertividad, es decir, expresar lo que sentimos de una forma abierta y clara sin coaccionar. El problema es que hablar de una forma abierta y clara a veces lleva al conflicto, por eso puede  ser complicado defender una necesidad.

 

Habilidades de comunicación

Manejar el conflicto es la clave

Muchas veces esperamos que sean los otros los que se den cuenta de nuestras  necesidades, y si no lo hacen parece que nos dan el derecho a enfadarnos y a solicitarlo por medio de conductas más agresivas. Éstas muchas veces son eficaces pero pueden desgastar la relación. La opción asertiva creo que es realmente interesante pero sólo si se comprendemos que no garantiza que el otro vaya a cambiar o a estar de acuerdo con lo que nosotros necesitamos. Es decir, en ocasiones esta opción conlleva cierto conflicto. Aun así con la asertividad quedará claro cuál es la opinión o el deseo que uno tiene, pudiendo defenderlo sin caer en la agresión.

 

Así pues, si lo que queremos es no tener conflictos lo mejor es ser sumisos, si bien es cuestión de tiempo que acabemos estallando hacia fuera o hacia dentro a fuerza de aguantar.

 

 

Habilidades de comunicación:

  • Técnica Del Disco Rayado: repetir el punto de vista, tranquilamente sin descuidarse por aspectos irrelevantes ( “Sí, pero… Lo sé, pero opino que… estoy de acuerdo, pero… Sí, pero yo decía”).
  • Técnica Del Acuerdo Asertivo: responder a la crítica admitiendo que el interlocutor tiene una parte de razón pero no en el fondo de la cuestión (“Sí me olvidé de la cita que teníamos para comer. Pero por lo general, suelo ser puntual”).
  • Técnica De La Pregunta Asertiva: consiste en incitar a la crítica para obtener información que pueda utilizarse en la argumentación (“Me gustaría que me indicase en qué estoy fallando” “¿Qué debo hacer o que logros debo alcanzar para obtener una promoción en esta empresa?”).
  • Técnica Para Procesar El Cambio: Desplazar el centro de la discusión hacia el análisis de los aspectos relevantes (“Nos estamos saliendo de la cuestión, estamos desviándonos hablando de cosas pasadas”).
  • Técnica De Claudicación Simulada: Aparentar condescender, pero seguir manteniendo la postura (“Es posible que tengas razón y esta actuando de forma dura, pero lo más importante es…”).
  • Técnica De Posponer: Ignorar la razón por la que el interlocutor está enfadado y aplazar la discusión hasta que se haya calmado (“Estás demasiado enfadado, así que ya discutiremos esto más tarde”).
  • Técnica Del Quebrantamiento del proceso: Responder a la crítica que intenta provocarnos con una sola palabra o frase lacónicas (“Sí… no… quizás… ”).
  • Técnica De La Ironía Asertiva: responder de forma positiva a la crítica hostil (“Cuando el interlocutor dice que eres un fanfarrón decir: gracias”)
  • Técnica del Aplazamiento Asertivo: Aplazar la respuesta a la afirmación que intenta desafiarnos hasta que se sienta muy tranquilo (sí es un tema interesante… “Tengo que reservar mi opinión al respecto… No quiero hablar de eso ahora”)

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