La tristeza, la sensación de estar deprimido, y en su extremo la depresión, es un signo de que algo no está bien: tenemos demasiadas cosas que hacer, hemos perdido algo importante, hemos roto una relación de pareja, nos hemos esforzado para conseguir algo durante mucho tiempo y no hemos sido capaces de conseguirlo…

La inercia natural de la persona puede marcar una tendencia a estar deprimido. Hay personas que tienden más a la melancolía, incluso sienten algo de placer al encerrarse en sus pensamientos y recuerdos tristes (mejor incluso cuando se acompaña de música en sintonía con el estado de ánimo). Así pues podemos hablar de tendencias naturales, unidas a experiencias y maneras de resolver las situaciones que se producen en la vida. Este sumatorio hace que se pueda estar deprimido.

 

Síntomas de que estoy deprimido

Es importante primero identificar los síntomas, para que después puedas saber qué hacer cuando estás deprimido. Hagamos un breve repaso a los síntomas depresivos.

Nada es divertido. Las rutinas son aburridas. Nada interesa demasiado. “Antes disfrutaba más que ahora de mi vida”

Capacidad para vivir la vida en primera persona. Es la sensación de que las cosas no fluyen. Uno no forma parte de ellas sino que adquiere un papel observador de las cosas. Hace que las rutinas sean más lentas y tediosas.

Falta de energía diaria. Las causas de la falta de energía son muy variadas, pero entre ellas está el propio ánimo bajo, la dificultad para dormir, la alimentación…

 

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Te sientes peor por la mañana y mejor por la noche. Sentir el peso de todas las cosas pendientes por hacer a lo largo del día hace que nos cueste arrancar más por las mañanas. La noche, por el contrario, es un momento de descanso, en donde las responsabilidades de mañana aún quedan lejos. La noche es como un respiro.

Los demás son más felices que yo. Sensación de amargor debido a constatar que los demás son capaces de disfrutar, pero yo no.

Mayor tendencia a la ironía, al reproche y al enfado. Tanto hacia uno mismo como hacia los demás es posible ser más duro, irritable, e intolerante hacia los errores o hacia lo que uno no desea que ocurra. Es fácil usar la culpa y ridiculizar como motor para favorecer cambios. La realidad es que este método lejos de calmar o hacernos arrancar, produce lo contrario: bloqueo, ansiedad, y más síntomas depresivos.

Abuso de los hábitos de desconexión rápida. Tal es el caso del abuso del alcohol o la comida con el fin de obtener calma o una desconexión que alivie las sensaciones o síntomas depresivos.

Aumento del uso estimulantes como la cafeína y complejos vitamínicos. Una taza de café puede hacer que se sienta mucho más activado y optimista. La sensación de que necesito vitaminas puede ser un indicador o un signo depresivo.

Sensación de estar dejando pasar la vida. Es la sensación de que no estamos aprovechando nuestra vida. Los objetivos de cada día no nos satisfacen. Nos parecen insuficientes y nos vemos atrapados en rutinas que no deseamos. Es fácil procrastinar y dejar que las cosas se resuelvan solas

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