Me avergüenzo de mi pareja. Algunas personas tienen un sentimiento de vergüenza hacia sus parejas. No siempre es un sentimiento cómodo. Con frecuencia genera culpa y autocrítica pero  aun así no consiguen apartar el sentimiento. Las razones para avergonzarse de la pareja pueden ser variadas. Enumeremos alguna de ellas:

 

  1. No cumple con los cánones de belleza de su grupo de referencia.
  2. Tiende a polemizar, a generar discusiones o conflictos cuando habla sobre diferentes temas, quiere tener la razón.
  3. Su entorno social es diferente al propio, bien por la formación académica, bien por el nivel económico. La forma de expresarse, los ejemplos, las comparaciones… no son las que se usan habitualmente en ese entorno.
  4. No se desea que aquello que otros pueden valorar como negativo en la pareja se asocie a uno mismo. El pensamiento frecuente es: “creerán que si estoy con alguien así es que a mi me gusta esa forma de hacer las cosas”, o “Si no muestro que no me gusta lo que dice, creerán que estoy de acuerdo y se molestarán también conmigo”…
  5. El avergonzado suele ser alguien con mucha necesidad de aceptación y poca tolerancia al conflicto con otras personas. Si a estas características se le une un carácter fuerte y algo impositivo, puede dar como resultado muchas tensiones en la pareja.

 

¿Por qué me avergüenzo de mi pareja?

Está claro que aunque surja el sentimiento de vergüenza, si la relación continúa, debe ser porque algo es suficientemente interesante y atractivo como para continuar. Quizás sea algo negativo como la dependencia económica o emocional, pero a menudo las personas que se avergüenzan de sus parejas es porque en privado aceptan más fácilmente cómo son y en público ven más claramente lo que deben cambiar. En este sentido el que haya personas observando es como poner una lupa sobre lo negativo. La expresión “tener vergüenza ajena” es quizás la que mejor define este problema: el avergonzado se pone en el lugar de observador y siente vergüenza, no por lo que él mismo hace, sino por lo que la pareja hace.

 

Es frecuente que las personas que se avergüenzan de sus parejas, las acepten más fácilmente en privado que en público.

 

Si sólo es una pequeña parte la que no se acepta del otro, producirá vergüenza pero será algo puntual y no precipitará reproches y críticas constantes. En este caso la relación no se debilitará. Si por el contrario la relación se focaliza en los cambios que ha de hacer el otro, es muy probable que acabe en ruptura o se mantenga como una relación tormentosa.

 

avergüenzo de mi pareja

 

Comportamientos frecuentes como consecuencia de la “vergüenza ajena”

Quien siente vergüenza, suele realizar comportamientos directos o indirectos para mostrar su malestar. Dentro de ellos podemos destacar suspiros, silencios, enfados más intensos y frecuentes de lo que cabría esperar, reproches… Si no gestionamos bien la expresión de nuestras necesidades es más que probables que en lugar de buscar ser asertivo, busquemos ser agresivo-pasivos. Buscaremos que el otro se dé cuenta de que actúa mal y está fatal lo que está haciendo. Lo malo es que el otro no se siente como nosotros y el efecto más probable es el bloqueo, la rabia y el conflicto que se deseaba evitar.

 

¿Qué puedo hacer para resolverlo?

Lo primero es valorar si realmente queremos a nuestra pareja como es o si querríamos que fuera de otro modo. Es posible que tenga muchas cosas buenas pero si siempre queremos cambiarla es que nuestra exigencia y/o nuestro deseo de mejorarlo, no nos ayuda a asumir lo que hay, solo a que el otro cambie. Los comentarios negativos hacia nuestra conducta o la de nuestra pareja llegarán.

 

No dejes que la vergüenza te pueda

 

La mejor manera de consolidar una relación de pareja es “aprovechar incondicionalmente lo que el otro ofrece”. Cuidado con centrarnos en agradar a los amigos en detrimento de la pareja.

 

avergüenzo de mi pareja

 

Hablar y negociar necesidades

Si no es capaz de identificar la causa de su vergüenza o incomodidad con su pareja, háblelo. Cuesta afrontar el conflicto o el malestar del otro, pero es mejor hacerlo cuando los ánimos están calmados que hacerlo cuando se ha producido un conflicto. Hablar en medio de un “calentón” no es buena idea.  No se llene de razones, lo normal es que cuando se calme ya no valgan la gran mayoría de ellos.

 

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