La ansiedad social puede ser un freno importante a la hora de conseguir alcanzar algunos objetivos en la vida. Gran parte del tiempo lo pasamos relacionándonos con otras personas. En parte, nuestro éxito individual está mediatizado por cómo somos capaces  de relacionarnos con el entorno, por cómo somos capaces de negociar nuestras necesidades, o expresamos nuestras emociones.

Quien sabe manejar el lenguaje social y puede hacerlo con tranquilidad tiene muchas más probabilidades de estar bien psicológicamente, además de económicamente que quienes no lo hacen.

La timidez y la ansiedad social

La timidez se refiere a los sentimientos de incomodidad y malestar cuando se está cerca de otras personas. La timidez tiene que ver con la ansiedad social. Las personas tímidas manifiestan su incomodidad por medio de su lenguaje no verbal (evitación de la mirada directamente a los ojos, inhibición de movimientos, a veces justo lo contrario: agitación motora, tics…). También pueden mostrar signos físicos como el aumento de la sudoración, rubor facial… Son personas que suelen evitar estar cerca de otras personas, busca la calma alejándose de situaciones en las que sienten que se exponen demasiado a la valoración de los demás.

Cuándo la timidez se hace más intensa pasa a convertirse en un trastorno de ansiedad social. No es necesario que la timidez alcance el grado de trastorno para poder tratarla por medio de una psicoterapia. A menudo reducir el malestar en este estadio hace más fácil su abordaje y potencia la calidad de vida de la persona.

Ansiedad social timidez

Ansiedad social, fobia social

Trastorno de ansiedad social, o fobia social se caracteriza por una ansiedad abrumadora, mayor que timidez en situaciones sociales del día a día. Las personas con ansiedad tienden a bloquearse ante la posibilidad de recibir una evaluación negativa por parte de otras personas. Aparecen fácilmente pensamientos rumiantes relacionados con experiencias sociales pasadas y sobre cómo pueden haber sido juzgados.  Esto puede interferir en los estudios o sobre el rendimiento laboral. Aunque la timidez tiende a aparecer durante situaciones sociales, los que tienen una fobia social temen las situaciones sociales antes de que se produzcan, haciendo que puedan llegar a evitarlas para intentar estar bien sin pasar por ese malestar.

Las personas con trastorno de ansiedad social puede incluso llegar a padecer ataques de pánico. Un ataque de pánico es un período de miedo intenso que aparece repentinamente y que está asociado a síntomas físicos intensos como taquicardia, temblores, dificultad para respirar, mareos y náuseas.

 

La introversión

La definición del concepto introversión en contraposición al extroversión se remonta al psicólogo Carl Jung. Hoy en día esta variable de personalidad se utiliza ayudar a definir las características de cada individuo en diferentes test para , como el test de Myers-Briggs (MBTI por sus siglas en inglés) o el EPQ-R, Cuestionario de Personalidad de Eysenck. Los introvertidos no son tímidos. Los introvertidos pueden parecer tímidos, ya que tienden a ser reservados. Son personas que prefieren observar a unirse en una discusión de grupo, son reflexivos, y tienden a mantener las emociones privado. Piensan antes de hablar, y tienden a ser más introspectivos. Los introvertidos también necesitan su propio tiempo en soledad para sentirse bien. Aquí tienes un pequeño test para valorar el grado de introversión. Está en inglés.

Especialmente durante la adolescencia no ser hábil socialmente puede ser muy traumático. En esta época de la vida el grupo se convierte en el referente principal. Ser rechazado es duro y suele tener gran repercusión futura. Por esa razón un adolescente suele estar tan marcado y suele ser tan fiel a su grupo de amistades. La necesidad de aceptación se convierte en algunos casos en la tiranía de la aceptación.

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En el continuo de la ansiedad social, podemos valorar desde la vivencias puntuales de ansiedad social hasta la fobia social. Lo primero es común en todas las personas. La fobia es mucho más minoritaria pero relativamente frecuente en la población general, entre un 3 y un 13% según diferentes estudios.

Cuando el malestar se torna bloqueante, la persona evita recurrentemente situaciones sociales para no estar mal a pesar de desear las relaciones. Se hace necesario poner medios para afrontar el problema. De no ser así este malestar puede ir en aumento y además generalizarse a otras situaciones. relaciones sociales.

 

Librarse del malestar a corto plazo

En ocasiones las personas utilizan diferentes estrategias para librarse a corto plazo del malestar, por ejemplo: hablar mucho para evitar silencios incómodos, buscar la compañía de la gente que le dé más confianza dentro de un grupo, callarse para no meter la pata, no preguntar dudas para no parecer ignorante… Generalmente lo que más se suele evitar es ser el centro de atención, es por esto que situaciones como hablar en público pueden llegar a resultar muy angustiantes. Todo se complica más cuando añadimos la preocupación por ponerse rojo, que le tiemble la voz o el pulso… Que los demás se den cuenta del nerviosismo potencia el temor.

Las personas con ansiedad social tienen miedo a sentirse humillados y bloqueados ante otras personas.

Las situaciones que se evitan frecuentemente son:

  • Comer en restaurantes.
  • Hablar en público.
  • El ir a fiestas.
  • Utilizar los baños públicos.
  • Escribir delante de los demás.
  • El ir a entrevistas de trabajo.

 

Ansiedad social

 

Ser paciente o ser sumiso es en ocasiones difícil de diferenciar

Cuando nos relacionamos con otras personas, se ponen sobre la mesa las necesidades de los demás y las nuestras. No siempre es sencillo encontrar el equilibrio adecuado entre defender lo nuestro y adaptarse a lo que hay. Según las habilidades de cada uno y la manera de percibir las relaciones con otras personas, así podemos tender más al enfado, a la explosión, o a la adaptación y a la negación de lo que necesitamos.

Es importante encontrar el justo equilibrio entre poder expresar lo que queremos y adaptarnos a lo que podemos obtener o no.

 

La asertividad como antídoto

Si queremos conseguir trasladar al otro nuestro malestar, y sugerir cambios, es decir,  si queremos que el otro se haga cargo de algo que nos molesta, tendremos que valorar otras posibilidades de comunicación. El mejor tipo de comunicación para este objetivo es la aserción o asertividad, es decir, expresar lo que sentimos de una forma abierta y clara sin coaccionar. El problema es que hablar de una forma abierta y clara a veces lleva al conflicto, por eso puede  ser complicado defender una necesidad.

Trabajar la asertividad será de gran ayuda para hacer frente a la adecuada gestión del malestar y los conflictos. La capacidad para entender la necesidad, o las dificultades que tienen el otro para hacer determinadas tareas, o cumplir con algunos compromisos, favorecerá el que no nos enfademos en exceso con los demás, a cambio puede resultar más difícil expresar nuestro desacuerdo. Entender al otro puede hacer menos relevante defender lo nuestro.

Ser capaz de expresar lo que que queremos nos puede ayudar a sentirnos bien, a subir nuestra autoestima y a ocupar un lugar correcto dentro de nuestro entorno laboral y social. NO debemos esperar a que sean los demás los que nos coloquen en el sitio que creemos que merecemos.

 

 

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